Problemas por la escasez de agua en el mundo

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Agua: con una inversión de 1% del PIB mundial podríamos alcanzar el ODS6

España es, junto con Grecia, Chipre, Bélgica y Andorra, uno de los cinco países con más estrés hídrico de Europa. Esto significa que la demanda de agua aquí está por encima de la capacidad de suministro. Así lo puso de manifiesto el Aqueduct de 2019, una herramienta elaborada por el World Resources Institute (WRI) con la que se refleja la necesidad de repensar el modelo de gestión de los recursos hídricos en el mundo para ajustarlo a las posibilidades planetarias.

En la Tierra no falta agua para abastecer a toda la población del mundo, pero sí falta si se quiere satisfacer el consumo excesivo de los usos agrícolas e industriales actuales.  Y el cambio en este modelo productivo que sobreexplota los recursos —entre ellos el agua— sólo depende de la humanidad.

Cómo afecta la escasez de agua

Pero la crisis del agua va mucho más allá del estrés hídrico (y la potencial escasez en un futuro castigado por los efectos del calentamiento global y por el aumento de la población). También abarca problemas como la contaminación por nitratos y químicos industriales o el acceso no igualitario al agua potable, sobre todo en países en vías de desarrollo. El sector textil, la agricultura industrial, la situación actual de la industria alimentaria y  la falta de una gestión adecuada de los residuos o las aguas residuales nos ha llevado a empeorar la calidad del agua del que disponemos, que de por sí ya es poca.

“Una cuarta parte de la población mundial vive en países que se enfrentan a un estrés hídrico extremadamente alto”, lamentan desde el WRI, y aseveran que, al mismo tiempo, “hay más de 500 zonas muertas —océanos que hay que proteger ya que son áreas sin suficiente oxígeno para que la mayoría de la vida marina sobreviva— a causa de las aguas residuales no tratadas”.

Las soluciones para la escasez de agua no son caras

Afortunadamente, hay soluciones, y apostar por ellas no es tan caro como imaginamos. Un último informe de esta organización concluye que sólo se necesita un 1% del PIB mundial para arreglar la situación del agua en 2030. Concretamente, la inversión anual necesaria sería de 1,04 billones de dólares americanos hasta el final de la década.

Son cifras generalizadas y simplificadas, advierten los especialistas, pero que nos pueden dar una idea de que lograr una gestión sostenible de los recursos hídricos para 2030, tal como pide el ODS6 de la Agenda 2030 de Naciones Unidas, es posible. En la mayoría de países, sobre todo en los del hemisferio Norte, el coste sería inferior al 1% del PIB nacional. Sin embargo, hay 17 países —que acogen al 10% de la población— que necesitarían la ayuda de organizaciones financieras y de bancos de desarrollo para solucionar sus problemas hídricos. Para ellos, la inversión necesaria podría comportar más del 8% de su PIB.

Inversiones para el problema del agua en España

España, no obstante, corresponde al primer bloque. Aquí, donde el principal asunto pendiente por resolver es la escasez, la inversión ronda el 0,7% del PIB. Serían cerca de 7.200 millones de euros al año hasta 2030, para rebajar la demanda de agua en un país con sequía estructural. Y la clave es la agricultura, un sector que se lleva el 70% de las reservas hídricas del país y que debe repensarse la relación entre agricultura y medio ambiente si quiere seguir prosperando en el futuro.

Algunos países están en un punto intermedio, pues el coste de terminar con la crisis del agua es superior al 1%, pero aún es muy bajo (y, por tanto, asequible). Es el caso, por ejemplo, de Sudáfrica. “La crisis del agua en Sudáfrica fue objeto de un escrutinio mundial cuando Ciudad del Cabo, la segunda ciudad más grande de la nación, evitó por poco un corte de agua por el “Día Cero” en 2018. Sin embargo, incluso frente a graves riesgos, podría costar menos del 2% del PIB de Sudáfrica en 2030 abordar sus problemas de agua. Más de la mitad de los costes están asociados con el suministro de agua potable y saneamiento, mientras que abordar la escasez comprende alrededor del 20% del costo total”, señalan los especialistas del WRI.

El coste económico de no hacer nada

Mientras que la inversión en mejorar el modelo de gestión del agua acarrea un coste asumible en la mayoría de países, el riesgo de no ponerse manos a la obra podría acarrear pérdidas en el PIB regional de entre un 2 y un 10% en 2050, avisa el Banco Mundial.

Sin embargo, si las potencias se ponen en marcha y deciden invertir en garantizar el acceso a agua de calidad para todos los ciudadanos, las mejoras en la salud de las personas podrían acarrear incluso beneficios. El retorno sobre la inversión que ha calculado el WRI es de 6,8 dólares por cada dólar invertido.

Con estas cifras sobre la mesa, la pelota está ahora sobre el tejado de las autoridades públicas y del sector privado, que podrán aunar esfuerzos para lograr alcanzar el ODS6 en 2030 y atajar una de las mayores crisis a nivel planetario.

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