Por qué tenemos la agricultura industrial y cómo acabar con ella

La ganadería industrial se define como el confinamiento extremo del ganado para su uso comercial. Esta técnica agrícola fue inventada por científicos en la década de 1960 en un esfuerzo por maximizar la eficiencia y la producción para que las granjas pudieran gestionar una población creciente y una mayor demanda de carne. Se diseñó para utilizar el menor espacio posible, requerir menos mantenimiento y permitir a los ganaderos gestionar sus animales con rapidez.

Tabla de contenidos

La oposición

Mucha gente se pregunta por qué sigue vigente la cría industrial. Probablemente no les sorprenda que un método que ha existido durante décadas ya no parezca la mejor respuesta.

Muchos se preguntan para qué sirve esta controvertida técnica. Los activistas de los derechos de los animales protestan contra la cría industrial por varias razones. Siguen exigiendo libertad y comodidad para el ganado de las granjas industriales y que los ganaderos dejen de utilizar hormonas sintéticas. Estos manifestantes también sostienen que el maltrato y el sacrificio de animales para el consumo humano es inhumano y moralmente incorrecto.

Los ecologistas también se oponen a las granjas industriales por su impacto negativo en la tierra. Estas granjas liberan enormes cantidades de gas metano y residuos en la tierra, el aire y el mar, y sus emisiones no se controlan estrechamente. Hay mucha gente que se opone a las granjas industriales goliardas, así que ¿por qué sigue existiendo la agricultura industrial?

¿Por qué sigue existiendo la agricultura industrial?

La respuesta es sencilla: los científicos, los economistas y los agricultores están de acuerdo en que la agricultura industrial sigue siendo la única forma de mantenerse.

El hecho es que, aunque la demanda de carne producida comercialmente y asequible puede estar disminuyendo, sigue siendo alta, principalmente porque hay más gente en el planeta que nunca. La concienciación de los consumidores respecto al consumo de productos de origen animal va en aumento y se ha convencido a miles de personas para que dejen de comer carne, pero los vegetarianos y los veganos son muy superiores en número a los millones de personas que hacen del consumo de carne una parte de su rutina diaria. Aparte del hecho de que a la gente le gusta la carne, hay una serie de razones logísticas para mantener viva esta antigua técnica.

Logística

Existen innumerables alternativas a la ganadería industrial, pero hay algunas razones por las que no se ejecutan a mayor escala.

La cría ecológica y en libertad suele ser de alto mantenimiento y costosa. Permitir que las vacas, los cerdos y los pollos campen a sus anchas requiere mucha más tierra, agua, alimentos, mano de obra y otros recursos que la ganadería industrial. Los animales en libertad consumen más en general que los de los corrales de engorde, porque gastan energía con el ejercicio. Su movimiento frecuente también los hace susceptibles de sufrir cambios en su composición de grasa y músculo, que deben ser vigilados de cerca para mantener a los animales aptos para el consumo humano.

Los animales alimentados con hierba y los criados en pastos presentan problemas similares. Los animales alimentados con dieta de hierba ganan peso más lentamente que si comen un pienso manufacturado y concentrado diseñado para favorecer una rápida maduración. Sus cuerpos son aún más propensos a los cambios frecuentes con tanto terreno como suelen recorrer en un día. Además, acorralar y transportar a los animales errantes requiere mano de obra, tiempo y combustible.

Con una estimación de 7.800 millones de bocas hambrientas que alimentar en 2020, muchos métodos de ganadería no comercial no son viables para satisfacer la demanda de los consumidores. Las grandes explotaciones ganaderas desean una alta producción y un bajo coste por encima de todo, y las alternativas a la ganadería industrial son poco atractivas porque disminuyen significativamente la eficiencia y el beneficio.

Posibles soluciones

Los que están a favor y los que se oponen a la ganadería industrial podrían encontrar un punto en común entre comer carne criada comercialmente a diario y hacerse vegano.

Muchos activistas apasionados han propuesto que todo el mundo se pase al veganismo y deje de producir carne por completo, pero esto no es una opción para todo el mundo. La carne y los lácteos son excelentes fuentes de proteínas, y la mayoría de la gente depende de los productos animales para una parte o la mayor parte de su dieta. Además, las alternativas veganas del mercado tienen un precio que está fuera del alcance de muchos, lo que hace que el consumo de productos animales no sea negociable para la gran mayoría de la población.

Lo que puedes hacer

Hay algunas prácticas que puedes adoptar para ayudar a mitigar los problemas que presenta la ganadería industrial. Tomando decisiones intencionadas sobre la procedencia de tus alimentos y la forma en que interactúas con el planeta, puedes hacer un cambio positivo sin tener que sacrificar todo tu estilo de vida.

Compra carne localmente

Al comprar carne de granjas pequeñas y locales, puedes saber más sobre cómo llega a tu mesa. Si el maltrato de los animales y la elevada huella de carbono te resultan problemáticos, aléjate de las granjas industriales y opta en cambio por granjas sostenibles en las que puedas preguntar cómo se crían los animales y cómo se eliminan los residuos.

Reduce tu consumo de carnes no sostenibles

Si estás dispuesto a reducir la carne en tu dieta, prioriza la eliminación de las carnes más perjudiciales para el medio ambiente. El cordero, la ternera y el cerdo son los que más daño hacen al planeta a través de su producción, fabricación y transporte. La opción de carne más amigable con el medio ambiente es la de las aves de corral, siendo el pollo la opción más sostenible de todas ellas.

Sé amable con el medio ambiente

Puedes hacer otras elecciones ecológicas que ni siquiera están relacionadas con el consumo de carne. Adoptar prácticas como el reciclaje y el compostaje puede suponer una diferencia positiva, y deberías utilizar productos reutilizables siempre que puedas. También puedes intentar compartir el coche o el transporte público para reducir tus propias emisiones de carbono.

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