No caigas en el marketing seductor. Conoce el significado real de las etiquetas.
Comprar productos ecológicos nunca ha sido tan popular, pero desgraciadamente muchos compradores no siempre entienden lo que piensan. Las marcas se han dado cuenta de que los compradores son susceptibles a ciertos colores, palabras de moda y reclamos, sin entender lo que significan, y los utilizan en su beneficio. Los compradores, por su parte, a menudo no se informan sobre los ingredientes y las frases clave, lo que facilita que sean engañados por los fabricantes.
Escribiendo para Earther, Ian Graber-Stiehl cita una encuesta de Consumer Reports según la cual el 68% de la gente cree que una etiqueta de «natural» en la carne significa que ha sido criada sin hormonas de crecimiento artificiales, mientras que el 60% cree que significa que está libre de transgénicos, «a pesar de que las directrices de la FDA para «natural» carecen ahora mismo prácticamente de significado». A menudo se interpreta erróneamente «ecológico» como «criado en libertad» y se piensa que significa que no se permiten productos químicos, lo cual no es cierto:
«Aunque las empresas tienen que ganarse la icónica etiqueta verde y blanca evitando muchos fertilizantes y pesticidas sintéticos, hay un montón de compuestos cuyo uso en los productos ecológicos está aprobado, como los compuestos de cobre, el peróxido de hidrógeno, los jabones y las piretrinas».
Una encuesta realizada en 2014 entre los millennials reveló que el 30 por ciento de este grupo demográfico percibe los productos como más sostenibles si presentan envases de color verde, y el 48 por ciento se deja influir por las imágenes de la naturaleza. Esto demuestra que la gente no piensa lo suficiente en el contenido, en su historia y en el propio envase, sino que se basa en lo que la marca decide revelar.
Como escritora de estilo de vida ecológico, pienso mucho en estas cosas cuando compro. A veces experimento una «parálisis por análisis» porque siento que sé demasiado sobre demasiadas cosas. Cuando tengo que decidir cuál es el mejor producto que puedo comprar, a menudo tengo que sopesar las opciones según la prioridad. Muy pocos artículos cumplen todos los requisitos, pero repasar una lista mental me ayuda a tomar la decisión óptima en cualquier situación. Así es como decido qué comprar.
Tabla de contenidos
1. ¿Qué contiene?
Si voy a comprar alimentos, cosméticos y productos de limpieza para el hogar, la lista de ingredientes es mi primer objetivo. Revela las sustancias químicas que voy a aplicar a mi cuerpo, a mis hijos y a rociar por toda la casa, y esto importa mucho. A primera vista, lo más corto es mejor cuando se compra el cuidado de la piel y los alimentos, pero los ingredientes específicos también importan. Evito religiosamente todo lo que contenga aceite de palma (y todos sus nombres sospechosos). Además, consulto listas como la práctica tarjeta para la cartera de Gill Deacon (imprimible%20aquí)%20para%20conocer%20las%20toxinas%20que%20debo%20evitar%20y%20la%20base%20de%20datos%20de%20EWG%20Skin Deep si no reconozco un nombre.
2. ¿Cómo está envasado?
El embalaje es importante. Hace unas semanas estuve en una tienda que tenía detergente en polvo convencional en una caja de papel y detergente líquido ecológico en una jarra de plástico. Acabé eligiendo la caja de papel, porque no podía soportar la idea de llevar a casa una jarra de plástico; pensé que los efectos a largo plazo de esa jarra sobre el medio ambiente serían peores que los efectos de los ingredientes del detergente en polvo. (Normalmente evito esto comprando detergente natural en polvo en una bolsa de papel.)
Priorizo los envases de vidrio, metal y papel, ya que son más fáciles de reciclar, reutilizar o biodegradar, y busco menos envases, eligiendo productos sin bolsa siempre que sea posible. Me molesta cuando los envases se etiquetan con entusiasmo como «totalmente reciclables» pero no contienen ningún material reciclado; para mí, eso grita un doble rasero por parte de la empresa.
3. Ubicación
La ubicación es importante, tanto en lo que se refiere a dónde se ha producido un artículo como a dónde lo voy a comprar. Si puedo elegir entre la producción en el extranjero o la nacional, elijo la nacional. Intento comprar productos en tiendas independientes, en lugar de en grandes cadenas de empresas, sobre todo en aquellas a las que puedo acceder sin necesidad de un coche. Cuando se trata de alimentos, me esfuerzo por acortar la cadena de suministro en la medida de lo posible, pidiendo productos directamente a los agricultores locales, comprando en los mercados, recogiendo y congelando/conservando la fruta en verano.
4. Certificaciones y logotipos
Muchos productos están salpicados de logotipos que indican sistemas de certificación de terceros que «verifican» las afirmaciones ecológicas o sanitarias de una marca. No se puede confiar en ellos sin conocer su origen. La iniciativa de Consumer Reports Greener Choices puede ser útil en este sentido, ya que desglosa términos específicos como «sin jaulas», «criado en pastos», «sin OMG» y «comercio justo», y explica si significan lo que dicen. Es una buena idea saber qué organismos certificadores tienen más reputación que otros, por ejemplo, Fairtrade International, Rainforest Alliance (para productos de origen forestal y turismo), Leaping Bunny (sin pruebas en animales) y GOTS (para tejidos).
5. Lo más ecológico es lo que no compras.
Ciertas compras, como la comida y la ropa, son una necesidad para vivir. Pero muchas otras no lo son, y simplemente alimentan el consumismo desenfrenado que es responsable de tanto consumo de recursos y creación de residuos. Mejor que cualquier etiqueta elegante es optar por dejar un producto innecesario en la estantería y prescindir de él. Envía un sutil mensaje al fabricante, mantiene el dinero en tu bolsillo y frena la acumulación de desechos y eventualmente de residuos en los vertederos.
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