La realidad es que en el mundo se producen cada año más de 300 millones de toneladas de plástico y el 90% de ellos son derivados del petróleo. Cientos de ellas son desechadas de forma anual a nivel mundial haciendo peligrar los ecosistemas de nuestro planeta.
Una parte importante son botellas de bebidas, pero sólo cerca de un 15% de las mismas se recupera y recicla a escala global, según el informe La nueva economía del plástico publicado en enero de 2016.
La mayoría de estos compuestos se degrada de forma muy lenta y amenazan el medio ambiente, sobretodo los océanos. A las costas llegan casi 100 millones de toneladas de basura plástica, de las cuales 32 millones no son gestionadas apropiadamente y una media de ocho millones de toneladas termina flotando cada año en los océanos de todo el mundo.
Estos residuos forman inmensas islas, se hunden, se acumulan en los sedimentos o se incorporan a la cadena alimenticia marina.
Ahora un equipo de científicos de la Universidad de Stanford, en California, acaba de presentar los resultados de un estudio que podría haber encontrado un potente aliado para solucionar la contaminación que el plástico genera.
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El gusano de la harina
Han descubierto que el gusano de la harina se puede alimentar de espuma de poliestireno (un plástico no biodegradable) transformando el 50% de la misma en dióxido de carbono y el otro 50% en excrementos biodegradados.
Los gusanos pueden llevar a cabo este increíble proceso gracias a las bacterias que tienen en su aparato digestivo.
Por el momento, y para descubrir una nueva manera de tratar los residuos de plástico en el futuro, están intentando comprender de qué manera las bacterias presentes en el interior de los gusanos de la harina consiguen degradar el plástico.
Algunos de los científicos consideran novedoso este enfoque como opción para resolver el enorme problema que supone la contaminación de productos sintéticos.
Dentro del equipo también están investigando qué otros tipos de plástico pueden biodegradar estos gusanos y están estudiando la manera de extraer sus bacterias para aplicarlas directamente en el plástico. Por otra parte, están convencidos de que en la naturaleza hay más insectos con habilidades similares a las del gusano de la harina.
La bacteria que come plástico
Buena parte del desarrollo económico de la segunda mitad del siglo XX se apoyó en la fabricación del plástico. Un material que era muy valorado por sus características (dureza y resistencia) pero que también, debido a las mismas, tarda mucho tiempo en degradarse.
O, al menos, así lo creían los científicos porque no se tenía constancia de la existencia de ningún ser vivo capaz de descomponer este material en materia orgánica.
Sin embargo, un equipo científico del Instituto de Tecnología de Kioto ha descubierto una bacteria que puede vivir alimentándose de PET (Tereftalato de polietileno), uno de los plásticos más usados para envasar agua mineral, refrescos, aceites, productos farmacéuticos, etc.
Los microbiólogos ya sabían que algunos hongos filamentosos podían degradar el PET. Pero habían podido evaluar el crecimiento de estos microorganismos ni la cantidad de producto sintético que podían asimilar.
Han descubierto que esta bacteria posee una enzima capaz de degradar plásticos y, por ese motivo, puede ayudar a descontaminar ecosistemas, mares y espacios naturales llenos de envases mal gestionados.
Un hecho que no pasó desapercibido al equipo de investigadores del Instituto de Tecnología de Kioto y que tomó muestras en ambientes contaminados por plásticos. Todas ellas fueron analizadas en busca de microorganismos que pudieran usar este plástico para alimentarse y crecer.
Pero solo una de las muestras contenía una mezcla de bacterias diferente, con células parecidas a las levaduras y protozoos, que parecía poder desarrollarse en medio del cultivo PET diseñado por los investigadores.
Finalmente, los científicos aislaron la única cepa bacteriana que degradaba el PET y a la que bautizaron como Ideonella sakaiensis.
Según pudieron comprobar los investigadores, la bacteria puede degradar casi por completo una fina película de PET en seis semanas a una temperatura de 30 grados hasta descomponerlo en componentes simples y benignos para el medio ambiente.
La mala noticia es que los expertos en descontaminación biológica de espacios contaminados opinan que aún queda mucho para conseguir su aplicación práctica a gran escala.
Aún así, el hallazgo de esta bacteria puede suponer una excelente noticia para el medio ambiente.
Los gusanos de cera
De media, cada persona usa más de 230 bolsas de plástico al año, lo cual acaba generando más de 100.000 toneladas de residuos que tardan entre 100 y 400 años en descomponerse y desaparecer. Aprende mas sobres las cifras de los materiales reciclados recogidos por Ecoembes. Actualmente, esta clase de plásticos de polietileno se queman o se degradan con procesos químicos agresivos con el medio ambiente.
En la naturaleza, las polillas de la cera ponen sus huevos dentro de las colmenas de las abejas y los gusanos viven como parásitos dentro de ellas. Pero podrían ser la solución natural a un grave problema medioambiental.
Federica Bertocchini, investigadora del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) descubrió este fenómeno tan sorprendente por accidente.
“Yo soy apicultora aficionada y un día, limpiando las colmenas, descubrí los gusanos. Los puse en una bolsa de plástico y veinte minutos después estaba llena de agujeros. En ese mismo instante supe que esos insectos eran algo muy especial”, asegura.
La investigadora hizo gran cantidad de experimentos y comprobó que 100 gusanos de la cera eran capaces de biodegradar 92 miligramos de polietileno en 12 horas.
El hallazgo permitirá estudiar el mecanismo molecular que usa el gusano de cera para destruir el plástico. “La cera es un polímero, una especie de ‘plástico natural,’ y tiene una estructura química no muy diferente al polietileno”, señala Bertocchini.
Los investigadores aún no saben cómo se produce la biodegradación, que podría deberse a una bacteria que vive en simbiosis en el intestino del gusano o a una enzima generada por el insecto. De ser así, el objetivo sería aislar la molécula e intentar reproducirla en el laboratorio para fabricarla a escala industrial y biodegradar en los vertederos millones de toneladas de plástico, evitando que se acumulen en el medio ambiente.
que otra especie creen que degrada el ´poliestireno