7 grandes amenazas para el planeta

l próximo viernes se celebra, como cada 5 de junio, el Día Mundial del Medio Ambiente, una fecha señalada en el calendario de las Naciones Unidas para concienciar a la sociedad global sobre la importancia de cuidar el entorno natural. Cada año, esta efeméride se centra en un asunto especialmente apremiante. En 2020, el tema protagonista de la cita será la biodiversidad; es decir, la diversidad de especies vegetales y animales con las que cuenta un ecosistema. Es un asunto que siempre preocupa a la comunidad internacional, pero es todavía más importante en estos momentos en los que buena parte del mundo atraviesa una pandemia relacionada con este problema ecológico. Y es que la pérdida masiva de riqueza biológica en las últimas décadas —cada día se extinguen entre 150 y 200 especies, calcula la ONU— tiene consecuencias fatales sobre el ecosistema que sustentan, en el que nos incluimos los humanos.

La deforestación, la invasión de hábitats de vida silvestre, la agricultura intensiva y la aceleración del cambio climático han alterado el delicado equilibrio de la naturaleza. Hemos cambiado el sistema que naturalmente nos protegería y hemos creado condiciones que permiten la propagación de patógenos, incluidos los coronavirus”, explican los promotores del World Environment Day, basados en las evidencias de estudios científicos recientes que han ligado la pérdida de biodiversidad con la propagación de la COVID-19.

Las empresas tampoco son ajenas al entorno. Forman parte del medio ambiente y, por ello, son también responsables de su cuidado, en tanto que la conservación del Planeta es un reto a nivel global y, como tal, requiere del compromiso de todos: ciudadanos, empresas y gobiernos. Cada miembro de la biodiversidad juega un papel fundamental en el equilibro natural. Si no lo cuidamos, la salud humana queda comprometida y también la supervivencia de las empresas, ya que la economía está intrincadamente ligada a la biodiversidad.

Por eso, por todo lo que hay en juego (la salud propia y ajena, la economía, la ética ecológica…), a veces pensar en los daños que ocasionamos al lugar que nos acoge y al conjunto de especies con las que convivimos nos puede resultar abrumador. Hay demasiadas malas noticias, catastróficas incluso, relacionadas con el medio ambiente. También, en este baile de datos, los números a menudo nos resultan confusos y terminamos relacionando el agujero de la capa de ozono con el cambio climático cuando no guardan relación alguna (o no directamente, que se sepa). Aquí hemos recogido las mayores amenazas que tenemos que tener presentes en estos momentos tan críticos para el planeta

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El cambio climático

La temperatura media de la tierra se ha calentado ya más de un grado centígrado por encima de los niveles preindustriales. Esto, aunque a priori nos puede parecer irrelevante, se traduce en consecuencias fatales —en un sentido literal— para millones de especies y para las condiciones de vida humana tal y como las conocemos actualmente. La causa de este problema es la emisión de gases de efecto invernadero a la atmósfera, principalmente por la quema de combustibles fósiles (petróleo, gas y carbón) para la producción de energía. El informe especial que el IPCC (el grupo de  la ONU de especialistas en cambio climático) publicó en octubre de 2018 exponía las consecuencias a largo plazo de un calentamiento sin frenos. Una de las repercusiones más plausibles serán los movimientos migratorios por causas climáticas. En los próximos 50 años, ACNUR estima que podrían llegar a producirse desplazamientos de entre 250 y 1 000 millones de personas por estos motivos.

La deforestación

Según los últimos datos de la FAO (la Organización de la ONU para la Alimentación y la Agricultura) el mundo ha perdido cerca de 178 millones de hectáreas de bosque —el equivalente al tamaño de Libia— entre los años 1990 y 2020, es decir, en sólo 30 años. Las mayores pérdidas se dieron en África y en Sudamérica. Es un problema muy importante porque además de destruir el hábitat de numerosas especies forestales (se cuentan en millones), la deforestación elimina una de las formas más eficaces para capturar carbono y, por tanto, derriba un elemento clave para combatir el cambio climático.

La desertificación y la sequía

Es una de las consecuencias del cambio climático. La desertificación destruye cada año del orden de 12 millones de hectáreas de tierra productiva, según la ONU, que calcula que alrededor de 250 millones de personas sufren a día de hoy los efectos de este problema al que España está especialmente expuesto. La causa es la escasez de precipitaciones y la pérdida de capacidad del suelo de absorber y almacenar agua. También hay un tipo de sequía, la socioeconómica, ligada a la capacidad de las personas de acceder a las reservas hídricas. “La creciente presión de la actividad humana sobre el recurso agua hace que cada vez sea mayor la incidencia de la sequía socioeconómica, con pérdidas económicas crecientes”, asevera el Ministerio para la Transición Ecológica en su web, donde explica la diferencia entre sequía, aridez y escasez.

La excesiva generación de residuos

Se suele hablar de los residuos de plásticos porque están entre los más visibles y porque comportan buena parte del total que generamos. A día de hoy producimos cerca de 300 millones de toneladas de residuos plásticos por año, de los cuales más de 8 millones se estima que terminan en el mar, según los datos que maneja Greenpeace.  Si continua el ritmo actual, la ONU calcula que en 2050 el mar contará con más plásticos que peces. Por su parte, el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF) denuncia que más de 270 especies han sufrido al quedar enredadas, y que más de 240 han ingerido plástico. Pero también hay un exceso notable en la generación de residuos textiles, así como de basura electrónica y otros tipos de residuos derivados de un modelo de producción y consumo basado en el concepto lineal de “usar y tirar”, que ahora se intenta reemplazar por uno circular.

El agotamiento de los materiales

El modelo lineal de producción y consumo también lleva aparejado otro problema: el agotamiento de materias primas que son finitas, valiosas y, cada vez más, escasas. La sobreexplotación de recursos ha llevado a las reservas de cobalto o al litio, entre otros minerales, a mermar considerablemente. Algunos de estos materiales son considerados “críticos” por ser imprescindibles para los avances científico-tecnológicos mientras que su suministro corre peligro. Algunos son el itrio, el neodimio, el europio, el terbio o el disprosio, componentes esenciales para la iluminación de bajo consumo, así como para los imanes permanentes de alta potencia, por ejemplo. Otros, que se emplean para formar las películas fotovoltaicas de las placas solares, serían el galio, el indio y el telurio.

La polución del aire

La contaminación atmosférica, propiciada en buena medida por el modelo de transporte propulsado por combustibles fósiles, se ha convertido en un problema de salud pública. La Organización Mundial de la Salud estima que a día de hoy 9 de cada 10 personas en el mundo respiran aire contaminado. La cifra de muertes que se atribuyen a enfermedades asociadas a la polución del aire (que son problemas respiratorios y cardiovasculares) rondan los 9 millones por año, una cifra superior incluso que el de personas que fallecen por problemas derivados del tabaco (7 millones).

La acidificación de los océanos

El calentamiento oceánico por la absorción de las aguas del CO2 provoca reacciones químicas que reducen el pH de los océanos. Esto está provocando que las aguas en determinadas zonas sean más ácidas (menos básicas), lo que está alterando por completo sus ecosistemas marinos. Un ejemplo claro de las consecuencias de la acidificación es la muerte masiva de los arrecifes de coral en Australia, que recientemente han sufrido su tercer blanqueamiento masivo —cuando pierden sus vibrantes colores porque no logran alimentarse dado el estrés térmico— en sólo 5 años. Un episodio trágico para la supervivencia de los corales y para la multitud de especies marinas que dependen de ellos y de las cuales nosotros, los humanos, también dependemos.

Esta es sólo una selección de los problemas más relevantes para la conservación de la biodiversidad y el mantenimiento de la salud humana y de las condiciones de vida tal y como las conocemos. Pero hay muchos más relacionados con la sobre explotación de recursos y la relación de los humanos con el medio ambiente. Algunos ejemplos son la sobrepesca, el tráfico de especies (ligado a la caza furtiva que merma las poblaciones de animales) o las especies invasoras. Sin embargo, también es cierto que existen soluciones y que, afortunadamente, hay millones de personas alrededor del mundo empujando en esta dirección favorable para el planeta. Así, encontramos problemas, como el agujero de la capa de ozono o la recuperación de poblaciones de especies que estuvieron al borde de la extinción, que van camino de solucionarse. En el próximo post comentaremos las 7 soluciones para salvaguardar la vida en la Tierra.

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