Ya sea por celebración o por disconformidad con la noticia, los recién anunciados premios Nobel de economía sin duda han dado de qué hablar. Se trata de William Nordhaus y Paul Romer, dos estadounidenses que han sido reconocidos con este galardón por su trabajo sobre cómo la economía interactúa con la naturaleza y con el conocimiento, respectivamente.
El padre de la economía del clima
William Nordhaus, de 77 años, es considerado el “padre de la economía del clima”. Es catedrático en la Universidad de Yale y autor del modelo DICE (en inglés, Dinámica Integrada de Clima y Economía), empleado para calcular el coste del cambio climático y los beneficios que se obtendrán al reducir las emisiones de gases de efecto invernadero. A finales de los 70, Nordhaus trabajó como asesor económico para el entonces presidente demócrata Jimmy Carter y su modelo DICE -publicado por primera vez en 1994- ha sido empleado por organismos como el IPCC (grupo de expertos de Naciones Unidas que trabajan sobre el cambio climático) o la Administración Obama, y ha servido de referencia para cientos de artículos académicos.
Su propuesta es gravar el carbono de forma que cada empresa pague en proporción al contenido de carbono de sus productos, sin que el precio de éste dependa de las emisiones. Según explicó en una entrevista con la Agencia EFE, su idea es que, por ejemplo, en el caso de una central eléctrica “si ésta quema carbón, el impuesto pueda incrementar el precio de su electricidad en un 10%, pero si emplea gas natural, bajaría a un 5% y, si genera energía eólica o nuclear, aumentaría un 0%”.
En más de una ocasión ha criticado el mercado de emisiones europeo por la volatibilidad en los precios, al no disponer de un suelo fijo. En una entrevista con el New York Times, Nordhaus señaló que uno de los problemas del diseño del mercado de emisiones de la UE es que, al depender de las predicciones de emisiones futuras, si éstas son erróneas, el sistema falla: “Con la UE, sus emisiones de carbono proyectadas eran altas, pero las reales eran bajas, y el precio del carbono cayó drásticamente, de 30 a 40 dólares por tonelada a menos de 10. El precio era tan bajo que no tuvo ningún efecto en la reducción de las emisiones. Si los modelos hubieran infraestimado las emisiones, y el precio hubiera subido a 1.000 dólares por tonelada, habríamos tenido un problema diferente”.
Meses antes de recibir el Nobel, Nordhaus fue galardonado con el Premio Fronteras del Conocimiento de la Fundación BBVA.
Innovación y cambio climático
Paul Romer, por su parte, es hijo del ex gobernador de Colorado Roy Romer, y licenciado en matemáticas en la Universidad de Chicago, donde completó su doctorado en economía en 1983. Romer ha centrado su trabajo en estudiar la relación entre la innovación y el crecimiento económico, e insiste en la importancia de la acción estatal para apoyar el desarrollo de las ideas y su traducción en crecimiento sostenible. A sus 62 años, este profesor en la Escuela de Negocios Stern de la Universidad de Nueva York (NYU) fue, hasta enero de este año, economista jefe y vicepresidente del Banco Mundial. Dimitió cuando esta institución se hallaba inmersa en una polémica de manipulación de datos sobre Chile, con fines presuntamente políticos, y tras haber criticado aspectos del Banco Mundial que van desde su falta de innovación intelectual a la gramática de los economistas.
Romer mantiene que los innovadores a menudo no obtienen todos los beneficios de lo que hacen, por lo que las economías de mercado abandonadas a su suerte tienden a no generar suficientes ideas nuevas. Para hacer frente a este déficit, él defiende que se requiere una acción gubernamental bien diseñada que estimule más innovación, como los subsidios a la investigación y el desarrollo.