¿Qué es la Singularidad?

Imagínate intentando explicar la experiencia de ver una película en streaming a William Shakespeare.

Primero, tendrías que explicarle las películas. Luego tendrías que explicar los televisores (o los ordenadores, o las tabletas o los teléfonos móviles, o quizás incluso las Google Glass). Luego, probablemente tendrías que explicar Internet. Y la electricidad. Quizá también las tarjetas de crédito/débito y el sistema bancario moderno. Y en cada etapa de estas explicaciones, habría cualquier cantidad de tangentes en las que nuestra experiencia diaria está tan alejada de la del Bardo que podrías hablar durante horas sin llegar a transmitir realmente el tema original de la conversación.

Esa es, en esencia, al menos una de las definiciones de una singularidad: un momento en el que nuestras realidades tecnológicas y culturales han cambiado tan drásticamente que nuestra forma de vida sería incomprensible para quienes vivieron antes de ese cambio. La Revolución Industrial, la Ilustración, la Revolución Agraria… cada una de ellas podría definirse como una singularidad, basándose en las profundas y duraderas consecuencias que tuvieron en el tejido mismo de nuestras sociedades.

Otra definición más restringida de la singularidad se refiere al rápido desarrollo de la inteligencia artificial (IA) y, en concreto, al momento en que la IA haya avanzado hasta un nivel tal que pueda diseñar y replicar formas de IA cada vez más sofisticadas que superen ampliamente las capacidades de la mente humana. Es esta versión de la singularidad, a veces denominada singularidad tecnológica, en la que se centran muchos futuristas, autores de ciencia ficción y teóricos de la tecnología al imaginar el próximo cambio de paradigma en términos de experiencia humana (y de IA).

Annalee Newitz ha escrito un útil resumen del pensamiento sobre la singularidad en io9, en el que describe cómo cualquier desarrollo de este tipo ganaría rápida e irreversiblemente un impulso propio:

Como hemos mencionado antes, la inteligencia artificial es la tecnología que la mayoría de la gente cree que marcará el comienzo de la singularidad. Autores como Vinge y el singulatariano Ray Kurzweil creen que la IA marcará el comienzo de la singularidad por una doble razón. En primer lugar, la creación de una nueva forma de vida inteligente cambiará por completo nuestra comprensión de nosotros mismos como humanos. En segundo lugar, la IA nos permitirá desarrollar nuevas tecnologías con tanta rapidez que nuestra civilización se transformará rápidamente. Un corolario de la IA es el desarrollo de robots que puedan trabajar junto a los humanos -y más allá-.

Además de la IA y la robótica, dice Newitz, otras áreas de desarrollo a las que hay que prestar atención son la nanotecnología y la máquina molecular autorreplicante, y el campo de la genómica, donde los avances en tecnología médica y la investigación sobre la longevidad pueden transformar radicalmente no sólo la forma de vivir de nuestros hijos y nietos, sino también la duración de su vida. (Algunos investigadores han especulado que en un futuro no muy lejano podría ser posible una vida de 150 años o más)

robot

Uno de los problemas, por supuesto, al discutir lo que puede traer la singularidad es que, por definición, es inconcebible para nosotros, ya que somos productos de un mundo anterior a la singularidad. Del mismo modo, la idea de vincular la singularidad a un momento específico en el tiempo se convierte en un reto porque, a pesar de la forma en que relatamos nuestras narrativas históricas en términos de la Gran Generación, o de los Swinging Sixties, la historia no se divide limpiamente en unidades generacionales. Una milenaria occidental que haya crecido en torno a Internet y a la tecnología de la comunicación moderna, por ejemplo, tendrá una comprensión muy diferente de los cambios tecnológicos que se avecinan que la de sus abuelos, que quizá todavía estén averiguando cómo enviar un comentario en Facebook. Del mismo modo, un joven agricultor de la zona rural de Sudán puede tener una visión totalmente diferente de cómo nos relacionamos con la tecnología que un hipster de Silicon Valley.

Aún así, en términos de la narrativa más amplia de la historia de la humanidad, podemos localizar períodos en nuestro pasado en los que todo cambió. Con esto no nos referimos sólo a que la invención del telar mecánico durante la Revolución Industrial hizo que tejer fuera menos intensivo en mano de obra, sino que transformó nuestro propio concepto de cómo fabricar bienes. Y esa transformación, junto con otros desarrollos tecnológicos similares, condujo a cambios radicales en todo, desde la política hasta los patrones de asentamiento humano, pasando por la distribución del capital y la composición de nuestras unidades familiares básicas.

Lo que traerá la próxima singularidad puede ser casi imposible de predecir. Sin embargo, el hecho de que se acerque una, y que lo haga pronto, parece bastante incontrovertible en este momento. Dados los rápidos avances en todo, desde la informática a la IA, pasando por las energías renovables y la biotecnología, nuestro mundo está cambiando a un ritmo rápido. Me sorprendería que estos cambios no dieran lugar a cambios radicales en nuestra forma de vivir y organizarnos, tan revolucionarios como la Revolución Industrial. De hecho, es posible que muchos de esos cambios ya se hayan producido.

Sólo que tardaremos en reconocerlos.

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