¿Qué es la paradoja del sol joven y débil?

Cuando buscamos vida en otros lugares del universo, a menudo nos centramos en planetas como el nuestro: ni demasiado calientes, ni demasiado fríos… lo suficientemente cálidos para que haya agua líquida. Pero este modelo tiene un problema evidente: en los primeros tiempos de nuestro sistema solar, cuando se desarrolló la vida en la Tierra, nuestro sol sólo emitía un 70% de la energía que emite hoy. Puede que no parezca una gran diferencia, pero es la diferencia entre que nuestro planeta sea la hermosa canica azul que experimentamos y un mundo helado.

Teorías del Sol joven y débil

En otras palabras, la vida no debería haber podido desarrollarse aquí y, sin embargo, lo hizo. Este problema se conoce a veces como la «paradoja del sol joven débil», y ha desconcertado a los científicos durante generaciones. Sin embargo, existen teorías.

Una de las principales teorías postula una idea con la que todos estamos familiarizados hoy en día: el efecto invernadero. Tal vez la joven Tierra tenía una enorme cantidad de dióxido de carbono atmosférico, que habría atrapado el calor del débil sol y, por tanto, habría calentado el planeta hasta compensar la falta de energía del sol. El único problema de esta teoría es que carece de pruebas. De hecho, las pruebas geológicas de los núcleos de hielo y los modelos informáticos sugieren lo contrario, que los niveles de dióxido de carbono eran demasiado bajos para marcar una diferencia suficientemente grande.

Otra teoría sugiere que la Tierra podría haberse mantenido caliente debido a un exceso de material radiactivo, pero los cálculos tampoco dan resultado en este caso. La joven Tierra habría necesitado mucho más material radiactivo del que tenía.

Algunos científicos han planteado la hipótesis de que tal vez la Luna podría habernos calentado, ya que en los primeros tiempos del planeta la Luna habría estado mucho más cerca de la Tierra y, por tanto, habría mostrado una mayor influencia de las mareas. Esto habría tenido un efecto de calentamiento, pero de nuevo, los cálculos no cuadran. No habría sido suficiente para fundir el hielo a gran escala.

Eyecciones de masa coronal

Pero ahora los científicos de la NASA tienen una nueva teoría, una que ha resistido el escrutinio hasta ahora. Tal vez, según su hipótesis, el sol era más débil pero mucho más volátil de lo que es hoy. La volatilidad es la clave; significa esencialmente que el sol pudo haber experimentado con mayor frecuencia eyecciones de masa coronal (CME), erupciones abrasadoras que arrojan plasma al sistema solar.

Si las CME eran lo suficientemente frecuentes, podrían haber vertido suficiente energía en nuestra atmósfera para hacerla lo suficientemente cálida como para que se produjeran reacciones químicas importantes para la vida. Esta teoría tiene una doble ventaja. En primer lugar, explica cómo podría haberse formado agua líquida en la joven Tierra, y también proporciona la catálisis para las reacciones químicas que producen las moléculas que la vida necesita para empezar.

«Una lluvia de [estas moléculas] sobre la superficie también proporcionaría fertilizante para una nueva biología», explicó Monica Grady, de la Universidad Abierta.

Si esta teoría se sostiene -un gran «si» que deberá ser investigado-, podría ofrecer por fin una solución a la paradoja del débil sol joven. También es una teoría que podría ayudarnos a entender mejor cómo empezó la vida aquí en la Tierra, así como cómo podría haber empezado en otros lugares.

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