El cormorán estaba de pie sobre una roca en el río, de espaldas a mí. Yo lo observaba desde la orilla, cerca de la biblioteca de Camden, Maine, mientras el sol nos golpeaba a ambos. Sentí que los cálidos rayos me calentaban la piel y supe que debería haberme puesto una buena dosis de protector solar. Pero mientras yo buscaba la sombra, el pájaro abrazaba el sol. Extendió las alas hacia los lados, las estiró hasta que las plumas se separaron como gruesos dedos negros, y se quedó allí tomando la luz del sol.
Me quedé fascinada. A pesar del calor veraniego, me quedé mirándolo. ¿El cormorán estaba realmente tomando el sol? Pues así lo parecía. Durante los 20 minutos siguientes el ave apenas se movió. Para entonces empezaba a ponerse rosa, y supe que era hora de salir del sol. El pájaro, sin embargo, se quedó quieto como una estatua oscura en medio del río.
Aunque nunca había visto este comportamiento en particular, resulta que tomar el sol es una actividad bastante común para muchas especies de aves, los cormoranes entre ellas. Según el British Trust for Ornithology, tomar el sol cumple un par de funciones importantes para las aves. En primer lugar, ayuda a extender los aceites vitales a lo largo de las plumas. En segundo lugar, el calor ayuda a expulsar los parásitos que puedan estar alimentándose del plumaje del ave. El tratamiento de ambas cuestiones ayuda a garantizar que las plumas del ave estén bien mantenidas, tanto para el aislamiento como para el vuelo. La segunda, por su parte, proporciona al ave una comida rápida, ya que tiene la oportunidad de comer los insectos mientras se acicala.
No todas las aves que rinden culto al sol lo hacen de la misma manera. A diferencia de los cormoranes, que se ponen de pie, muchas especies permanecen más cerca del suelo. Las palomas tienden a tumbarse de lado con un ala levantada. Algunas palomas, en cambio, se sientan en el suelo y levantan las dos alas. Otras se aplanan en el suelo, como hacemos los humanos cuando nos tumbamos a tomar el sol. Otra especie de paloma, la tórtola pacífica, se posa en el suelo y se extiende, dejando el pico abierto. Como escribieron Jill e Ian Brown el año pasado para BirdLife Australia, el efecto puede hacer que el ave parezca enferma o angustiada, pero en realidad sólo está disfrutando de unos cuantos rayos.
Por cierto, no tienes que esperar para tropezar con este comportamiento como hice yo. La experta en aves Melissa Mayntz escribe que puedes hacer que tu jardín sea más ideal para que los pájaros tomen el sol podando la vegetación lejos de las zonas soleadas y proporcionando un baño fresco para pájaros. También debes asegurarte de que los gatos no puedan llegar a los pájaros que toman el sol, ya que son especialmente vulnerables en el suelo.
Si te encuentras con un pájaro tomando el sol, no hagas ruido, dale el espacio que necesita para mantener su salud y haz unas cuantas fotos desde la distancia, o simplemente observa y disfruta. Yo sí que lo hice.