Se habrá reducido —temporalmente— la contaminación atmosférica y habrán dejado de volar los aviones, pero lo cierto es que, con los datos en la mano, no se puede afirmar que la pandemia haya traído nada bueno para la sostenibilidad. Al contrario, 13 de los 17 objetivos de desarrollo sostenible que comprende la Agenda 2030 de Naciones Unidas se han visto negativamente afectados por la crisis sanitaria de la covid-19 y sus impactos sobre la economía global.
Así lo revela el último Informe sobre Desarrollo Sostenible de 2020, que se ha publicado recientemente y en el que la Red de Soluciones de Desarrollo Sostenible (SDSN), la fundación Bertelsmann Stiftung y la Cambridge University Press evalúan el cumplimiento de esta agenda internacional con la que se busca lograr un progreso en lo social y lo económico mientras esté en equilibrio con los límites biosféricos y restaurando los daños que el hombre ya ha ejercido sobre el medio ambiente.
De estos 17 objetivos, sólo cuatro no han sido calificados como “impacto negativo moderado” o “alto impacto negativo” tras la crisis sanitaria, pero tampoco se ven avances. El impacto sobre estos ámbitos —consumo responsable, acción climática, vida submarina y ecosistemas terrestres— todavía no es claro.
La enfermedad de la covid-19 y los intentos por frenar su expansión entre la población han tenido mucho que ver en los resultados de este año relativos al cumplimiento de los ODS. En cuanto a gestión de crisis, España ocupa un lugar muy discreto de la lista de países de la OCDE, con una actuación tardía e ineficaz en comparación con otras naciones próximas, si bien es cierto que a partir del 6 de abril, recoge este informe, el Gobierno español adoptó las medidas ajustadas a las circunstancias y fue capaz, en buena medida, de contener el contagio.
En el ranking global, España baja una posición en comparación con el índice de 2019. Como diferencia respecto al año anterior, ahora lo supera Croacia. Se queda en la posición 22. Los países que encabezan el listado son prácticamente los mismos que en 2019, pero en distinto orden: en primer lugar está Suecia, adelantando así a Dinamarca, que este año queda segundo. Les siguen, en este orden, Finlandia, Francia, Alemania, Noruega, Austria, República Checa, Holanda y Estonia. Ya fuera del top 10, en el 11º lugar queda Bélgica, seguido de Eslovenia, Reino Unido, Irlanda, Suiza, Nueva Zelanda, Japón, Bielorrusia, Croacia, Corea y Canadá. Y, justo por detrás de este país norteamericano, España. Llama la atención el caso de Islandia, que cae estrepitosamente desde el puesto 14º en el ranking de 2019 hasta la 26ª posición en el de 2020.
En general, no obstante, las tendencias para España son positivas en todos los ámbitos de acción de los ODS excepto en acción climática, donde va a peor. La puntuación, de hecho, es mayor en 2020 que en 2019, pese a haber descendido una posición.
El informe reconoce los esfuerzos de España a nivel gubernamental de implementar los ODS; con un compromiso firme de alto nivel, una estrategia y planes de acción concretos, un presupuesto, una implementación local y también una en el marco internacional, un seguimiento nacional de los objetivos y con participación por parte de todos los actores involucrados en la transición ecológica.
La radiografía española
En estos momentos, España se encuentra todavía con algunos desafíos para lograr las metas globales en materia de pobreza (ODS1), salud (ODS3), educación (ODS4), igualdad de género (ODS5), agua (ODS6), energía (ODS7), ciudades sostenibles (ODS11) y justicia e instituciones sólidas (ODS16). Flojea algo más en lo que respecta al trabajo decente (ODS8), las infraestructuras (ODS9), el fin de las desigualdades (ODS10), el consumo responsable (ODS12), la vida submarina (ODS14) y los ecosistemas terrestres (ODS15).
Por último, este año suspende claramente en los objetivos de hambre cero (ODS2) y acción climática (ODS13). Estos dos últimos son los más lejanos de cumplir por una serie de cuestiones. En cuanto a la alimentación, por ejemplo, un elemento negativo es el índice de prevalencia de obesidad. Según el documento, España tiene un 23,8% de personas con un índice de masa corporal superior a 30. Otro signo negativo, en este caso relacionado con la lucha contra la crisis climática, es la cantidad de emisiones de CO2 ligadas a la energía: 5,3 toneladas per capita (en 2019 eran 5,1 toneladas).
Por el contrario, una nota positiva, en materia por ejemplo de igualdad de género, es que España ha corregido una tendencia que era negativa en el informe del año pasado. Se trata del porcentaje de escaños que ocupan las mujeres en el parlamento nacional. En 2019 las mujeres representaban el 39,1. En 2020, el 44%. También va mejorando en ámbitos económicos como la sobrecarga de alquiler. En 2019, el valor era del 17, 4%, mientras que en 2020 representa el 12,9%.
En general, las desigualdades según el territorio es un fenómeno extrapolable a la mayoría de países de la OCDE, según el análisis. Estos países, aunque presentan mejores resultados en los aspectos socioeconómicos como las infraestructuras o el acceso al agua y a la energía, todavía se enfrentan a algunos retos. Por ejemplo, un “desafío creciente” que deben atajar es el de la paz, justicia e instituciones sólidas (ODS16), algo que se debe a la alta corrupción percibida. Pero, sobre todo, necesitarán “importantes esfuerzos” en lo que respecta a acción climática, consumo responsable y conservación de la biodiversidad. “Estos países deben realizar mayores esfuerzos para disociar el crecimiento económico de los efectos negativos sobre el medio ambiente, en particular después de la Covid-19”, asevera el informe.