Mucha gente se sorprende al oír que a los animales de granja se les administran habitualmente antibióticos y hormonas de crecimiento. Las preocupaciones incluyen el bienestar de los animales, así como la salud humana.
Las granjas industriales no pueden permitirse el lujo de preocuparse por los animales de forma colectiva o individual. Los animales son un mero producto, y los antibióticos y las hormonas de crecimiento, como la rGBH, se emplean para que la operación sea más rentable.
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Hormona de Crecimiento Bovina Recombinante
Cuanto más rápido llegue un animal al peso de sacrificio o más leche produzca, más rentable será la explotación. Aproximadamente dos tercios de todo el ganado vacuno de EE.UU. recibe hormonas de crecimiento, y aproximadamente el 22% de las vacas lecheras recibe hormonas para aumentar la producción de leche.
La Unión Europea ha prohibido el uso de hormonas en el ganado vacuno y ha realizado un estudio que demuestra que los residuos de hormonas permanecen en la carne. Debido a la preocupación por la salud tanto de las personas como de los animales, Japón, Canadá, Australia y la Unión Europea han prohibido el uso de rBGH, pero la hormona se sigue administrando a las vacas en EEUU. La UE también ha prohibido la importación de carne de animales tratados con hormonas, por lo que la UE no importa carne de vacuno de EEUU.
La hormona de crecimiento bovina recombinante (rBGH) hace que las vacas produzcan más leche, pero su seguridad tanto para las personas como para las vacas es cuestionable. Además, esta hormona sintética aumenta la incidencia de la mastitis, una infección de la ubre, que provoca la secreción de sangre y pus en la leche.
Riesgos para la salud asociados a los antibióticos
Para combatir la mastitis y otras enfermedades, las vacas y otros animales de granja reciben dosis regulares de antibióticos como medida preventiva. Si a un solo animal de un rebaño o manada se le diagnostica una enfermedad, todo el rebaño recibe la medicación, normalmente mezclada con el pienso o el agua de los animales, porque sería demasiado caro diagnosticar y tratar sólo a determinados individuos.
Otro motivo de preocupación son las dosis «subterapéuticas» de antibióticos que se administran a los animales para que ganen peso. Aunque no está claro por qué pequeñas dosis de antibióticos hacen que los animales aumenten de peso y esta práctica ha sido prohibida en la Unión Europea y Canadá, es legal en Estados Unidos.
Todo esto significa que a las vacas sanas se les administran antibióticos cuando no los necesitan, lo que conlleva otro riesgo para la salud.
El exceso de antibióticos es preocupante porque provoca la propagación de cepas de bacterias resistentes a los antibióticos. Dado que los antibióticos matan a la mayoría de las bacterias, los fármacos dejan individuos resistentes, que se reproducen más rápidamente sin la competencia de otras bacterias. Estas bacterias se extienden por toda la granja y/o se extienden a las personas que entran en contacto con los animales o los productos animales. No se trata de un temor vano. Ya se han encontrado cepas de salmonela resistentes a los antibióticos en productos animales en el suministro de alimentos para humanos.
La solución según los activistas por los derechos de los animales
La Organización Mundial de la Salud considera que debería exigirse la prescripción de antibióticos para los animales de granja, y varios países han prohibido el uso de rBGH y de dosis subterráneas de antibióticos, pero estas soluciones sólo tienen en cuenta la salud humana y no consideran los derechos de los animales. Desde el punto de vista de los derechos de los animales, la solución es dejar de comer productos animales y hacerse vegano.