Las sillas de oficina son un problema de diseño difícil. La clásica silla Aeron de Herman Miller ha sido un éxito durante más de una década, pero cuesta casi mil dólares y apenas se ve fuera de las oficinas de gama alta, aunque fue la percha predilecta de las empresas de Internet; incluso hubo torneos de hockey Aeron. En el otro extremo de la escala, abarrotando los pasillos de Staples y Walmart, están las típicas sillas de oficina domésticas de gama baja, que tal vez tengan un ajuste de altura pero no mucho más, y que se venden por bastante menos de una décima parte de eso.
Diseño de la silla SAYL
Hay un par de formas de abaratar las cosas: utilizar materiales más baratos, deslocalizar la producción o simplemente utilizar menos cantidad de todo. Las dos primeras no eran una opción; la silla está fabricada con materiales seguros y saludables y con la certificación Cradle to Cradle, así que el PVC está descartado. Herman Miller fabrica la mayor parte de sus muebles en Michigan, y trata de limitar su producción en el extranjero para servir a los mercados de ultramar.
Yves Behar, de Fuseproject, volvió a los primeros principios y empezó a sacar cosas. Lo llaman ecodematerialización: «Mediante la iteración del diseño, redujimos el uso de materiales (y la huella medioambiental), sin sacrificar la durabilidad ni la comodidad». Así que los complejos mecanismos del respaldo de la silla se convierten en la malla flexible, estirada » de forma que proporcione la mayor tensión en los puntos en los que se necesita apoyo y la menor en las zonas que permitan la mayor amplitud de movimiento». Del sitio web de Fuseproject:
Al repensar cada parte de la silla, pudimos innovar la estructura del respaldo y ofrecer el primer sistema de suspensión sin marco. Intentamos eliminar todo lo que no era necesario sin dejar de ofrecer un alto nivel de rendimiento y estética. Llamamos a los productos resultantes ecodematerializados y asequibles: menor huella de carbono (30% más ligero) y menor coste de venta al público gracias al ahorro de materiales y montaje.
Pero aún puedes ajustar la altura, la profundidad, la inclinación, los brazos y mucho más.
Conclusión
Yo no utilizo una silla de oficina; tengo un escritorio de pie. Sin embargo, mi mujer sí, y le pedí sus comentarios:
Recuerdo que hace muchos años mi marido me regaló una silla de oficina en mi cumpleaños. Es como recibir una aspiradora como regalo de aniversario: una mala idea. Dicho esto, creo que estaría muy contenta de recibir esta silla Herman Miller. Hay tantas formas de ajustarla que es bastante fácil hacer que se adapte a ti adecuadamente. Puedes apoyar tu espalda en la malla y es lo suficientemente cómoda como para sentarte en ella todo el día. A mí me ha pasado que simplemente pongo los pies en alto y leo mientras estoy sentada en él. Además, el respaldo se inclina bastante hacia atrás para que puedas hacer un buen estiramiento si estás demasiado ocupada para levantarte y caminar. El único inconveniente de esta silla es que al gato también le encanta, y a veces tengo que sacarlo de ella para poder trabajar.
El SAYL no tiene todos los controles de un Aeron. Cuesta un poco acostumbrarse a su aspecto, pero se hace con él.
Pero la verdadera maravilla es que ofrecen una silla fabricada en EE.UU. según las normas Cradle to Cradle Silver a partir de 399 $. Es más que una silla; es un enfoque diferente del diseño que practicaba Charles Eames, ofreciendo «Lo mejor para la mayoría por lo menos». Demuestra que no hay que fabricar algo de mierda en China para ser competitivo, sólo hay que diseñarlo mejor.