La Gran Muralla Verde (GGW, por sus siglas en inglés), es una estructura compuesta por árboles que se extendería a lo largo de unos 8.000 kilómetros, desde Senegal hasta Yibuti, y tendría un ancho de 15 kilómetros. “Una vez se haya completado, la GGW será la estructura viva más grande del planeta, y tendrá tres veces el tamaño de la Gran Barrera de Coral”, explica la web del proyecto.
Tabla de contenidos
Objetivo de la barrera verde africana
La extensión progresiva del desierto del Sáhara, a causa de la sobre-explotación de los pastos y la deforestación para cultivos, además de los impactos climáticos, constituye una de las más importantes amenazas contra las poblaciones de los estados limítrofes. Unos 232 millones de personas viven actualmente al borde de este desierto, que en los últimos 100 años ha crecido un 10% hacia el sur. Por eso, para prevenir que la desestimación entre en (y potencialmente arruine) sus vidas, en 2007 once países africanos se pusieron a trabajar en un proyecto común que pretende frenar este avance.
Todos ellos forman parte de la Unión Africana. Son: Burkina Faso, Yibuti, Mauritania, Malí, Níger, Nigeria, Etiopía, Eritrea, Senegal, Sudán y Chad.
El objetivo de esta gran barrera vegetal, que se construye desde hace casi una década años, es proteger a los estados subsaharianos de la desertificación, detener el avance del desierto y por lo tanto la esterilización de sus terrenos, fenómenos agravados por los efectos del cambio climático, por el calentamiento global y el uso inadecuado del suelo y que derivan, en definitiva, en más pobreza: o sea, en hambre.
3.700 millones de euros dedicados a la gran muralla africana
En la cumbre del clima de Naciones Unidas celebrada a finales del 2015 en París (en la que se firmó el famoso Acuerdo de París), se fijó un presupuesto de 3.700 millones de euros dedicado a esta iniciativa que contempla la plantación de millones de árboles. Los fondos serían asumidos por el Banco Africano de Desarrollo, el Banco Mundial, la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura), la Unión Europea y organizaciones del ámbito privado como la International Conservation Caucus Foundation.
Con un 15% completado desde que arrancó la Gran Muralla Verde del Sahara y el Sahel, ya se han logrado avances importantes. Se estima que al año se han recuperado unas 200.000 hectáreas, donde no sólo se ha reforestado sino también se ha tratado de volver a las técnicas agrícolas tradicionales y nuevas prácticas sostenibles. Aún quedarían, según la ONU, 128 millones de hectáreas por restaurar. En 2030, la meta que se marcaron los países es reverdecer al menos 100 millones de hectáreas.
Actualmente, cerca del 46% del territorio africano está degradado, lo que perjudica la vida de dos tercios de la población del continente. En 2017, 20 millones de personas en el Cuerno de África fueron declaradas “al borde de la inanición”, a causa de la sequía y la crisis alimentaria. Y el pronóstico para el futuro cercano no es muy alentador: millones de personas abandonarán las partes más depauperadas de África en las próximas dos décadas.
Pero ¿Qué pueden hacer los árboles para frenar la expansión del desierto?
Para empezar, una cobertura forestal estará formada por árboles resistentes que servirán para proteger los campos del viento y de la erosión. Sirve también de filtro para evitar que las personas que viven en la costa del mar de arena inhalen las partículas y el polvo del desierto.
Por otro lado, reverdecer la zona supone un aporte de nutrientes en el suelo, algo especialmente relevante cuando éste se encuentra al borde de la esterilización. Las hojas muertas constituyen una capa que contribuye a regenerar los suelos, lo que aumenta la capacidad de éstos de absorber y retener agua. Además, los árboles sirven para templar la temperatura, pues incrementan la humedad y la pluviometría local gracias a la evapotranspiración.
En paralelo, constituyen una importante fuente de pasto para el ganado, ya que la hierba crece mejor a la sombra de los árboles.
“Pero, más que un proyecto, el Great Green Wall es un movimiento”, señaló Elvis Tangem, el coordinador de la iniciativa de la Unión Africana, al programa BBC Earth. El GGW es una prueba del éxito de la unión entre los países africanos, un ejemplo de cooperación entre (ahora) 20 países, con su diferentes idiomas, culturas y sistemas políticos, para la sostenibilidad del continente y por el desarrollo sostenible. “Lo más importante es sobre la unidad para luchar contra un enemigo común que no deberíamos desafiar en solitario”, afirmó Tangem.
Extraordinario proyecto que no solo contribuye a preservar la vida en Africa, sino que también se convierte en un modelo de unificación de pueblos tras la supervivencia en zonas áridas, digno de imitar. Como ser, en otras regiones del planeta