La contaminación marina por restos de plásticos abandonados es uno de los grandes retos de este siglo y mucho tiene que ver con la cantidad de productos que consumimos y que están hechos a partir de este material. Según el Foro Económico Mundial, la producción global de plásticos ha aumentando de forma exponencial en las últimas décadas: de los 1,7 millones de toneladas que se ponían en el mercado en 1950 se pasó a 204 millones de toneladas en el año 2000 y a 335 millones en 2016.
El problema es tal que, si seguimos con esta tendencia, la ONU calcula que en 2050 habrá más plástico que peces en el mar. El problema es acuciante y no sólo en los países donde solemos imaginar montañas de basura, las economías emergentes y los países en vías de desarrollo. Los datos revelan que occidente está igualmente atestado de desechos plásticos.
Sólo en Europa, este material constituye el 84% de los residuos encontrados en las playas, según la Comisión Europea. Y, en España, la basura de plástico acumulada en el litoral ha aumentado la escandalosa cifra de un 65% en los últimos cinco años (entre 2013 y 2018), de acuerdo con el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico.
Breaking the plastic wave
En el informe Breaking the Plastic Wave, el Pew Charitable Trusts, junto con la empresa de asesoría e inversión SYSTEMIQ, propone una hoja de ruta para acabar con la lacra de los restos de plásticos en los océanos.
Un dato muy relevante del estudio: si no logramos actuar, de aquí a 2040 el volumen de plástico puesto en el mercado se habrá duplicado. Otro aún más aterrador: el volumen de plástico que entrará en los océanos anualmente se triplicará: desde los 11 millones de toneladas en 2016 a 22 millones en 2030, a 29 millones de en 2040.
La ingeniera de la Universidad de Georgia que ha ayudado a calcular las cifras, Jenna Jambeck, explicó a National Geographic qué implicaría esta cantidad de residuos en 2030: “Es como llenar de plásticos un estadio de fútbol y verterlo al océano cada día del año”.
Por si este dato no fuera suficientemente escalofriante, hay uno todavía peor: “las reservas de plástico del océano se cuadruplicarán, llegando a más de 600 millones de toneladas”, asegura el informe, que se ha elaborado en colaboración con entidades como la Universidad de Oxford, la Universidad de Leeds, la iniciativa Common Seas, y la Fundación Ellen MacArthur.
La solución a los plásticos abandonados
La solución —porque sí, hay solución— recae sobre la economía circular. Así lo señala el estudio: “Debemos priorizar el replanteamiento de lo que se pone en el mercado, a la vez que aumentamos rápidamente nuestra capacidad de mantenerlo en el bucle después de su uso”.
Incide en que no podemos centrarnos sólo en la recogida y el reciclaje para frenar la contaminación. El mayor problema en torno a los sistemas de recogida y reciclado es la escalabilidad. Llevaría demasiado tiempo escalarlo desarrollar la infraestructura hasta el punto en que se consiga detener la vorágine del plástico, “especialmente en el Sur Global”. Conectar a todo el mundo a los sistemas formales de recogida, estiman los especialistas, requeriría conectar a más de 500.000 personas cada día entre hoy y 2040.
El informe evalúa seis posibles formas de atajar la crisis de los plásticos. Estas son: “Business-as-Usual”, “Compromisos actuales”, “Recoger y eliminar”, “Reciclar”, “Reducir y sustituir”, y “Escenario de cambio de sistema”.
Y concluyen que, aunque los escenarios de “Recoger y eliminar”, “Reciclar” y “Reducir y sustituir” representan una reducción significativa de fuga de plástico en el océano para el 2040 en relación con los escenarios de “Business-as-Usual” o de “Compromisos actuales”, ninguno de ellos ofrece un camino creíble hacia un futuro de fuga casi nula.
En cambio, proponen aplicar un enfoque global de la economía circular, el cual, por definición, “tiene en cuenta cada etapa del viaje de un producto, antes y después de que llegue al cliente”. “Este enfoque no sólo es vital para detener la contaminación plástica, sino que como muestra el estudio, ofrece los mayores beneficios económicos, sociales y climáticos”.
“Un problema de todo el sistema exige un cambio en todo el sistema”, insisten los autores. Los datos del estudio revelan que la economía circular, en comparación con un escenario “business-as-usual”, puede reducir el volumen anual de plásticos que entran en nuestros océanos en un 80%, generar un ahorro de 200.000 millones de dólares anuales, rebajar las emisiones de gases de efecto invernadero en un 25% y crear 700.000 empleos adicionales netos para 2040.