Un lapso de tiempo capta la extraña belleza de las islas flotantes de Noruega

Si pasaras junto a ellas, las islas flotantes de Noruega no merecerían una segunda mirada. En apariencia, con una superficie cubierta de verde y salpicada de árboles, traicionan poco su verdadera naturaleza desde lejos. Sólo cuando intentas pisar una de ellas o, como se muestra en el vídeo de arriba, verlas con el paso del tiempo, notas algo extraño.

Aunque extraño, el fenómeno de las islas flotantes es bastante común en todo el mundo. Compuestas por plantas acuáticas, barro y otros detritus, suelen ser capaces de sostener no sólo una variada comunidad acuática por debajo, sino también pequeños árboles y especies por encima. Suelen formarse cuando plantas como la espadaña o los juncos se extienden hacia aguas más profundas y se desprenden de la orilla por las tormentas. Se sabe que algunos duran sólo una temporada, mientras que otros perduran durante décadas o más.

Como dijo un comentarista en Reddit, las islas flotantes también son formaciones muy interesantes para explorar.

«Pasé por debajo de una de ellas hace unos años, y su estructura es similar a la de un iceberg», escribió el comentarista. «La que yo pasé por debajo estaba probablemente a unos 2,5-3 metros por debajo de la superficie, con sólo unos 20 cm por encima. No estaba conectado al fondo, así que mis amigos y yo nadamos detrás de él y podíamos moverlo libremente hacia donde queríamos. También tenía largas raíces que colgaban de su parte inferior».

Curiosidades históricas

Aunque las islas flotantes suelen encontrarse en lugares de agua dulce, también hay algunos casos registrados de estas masas inusuales que aparecen en el mar. En 1924, el capitán Jonas Pendelbury, del barco de vapor de la Dollar Line «President Adams», encontró nada menos que 10 islas flotantes frente a la costa de Borneo, como revela esta imagen de un artículo del New York Time. Sorprendentemente, estaban repletas de vida.

El capitán Pendelbury encontró primero la mayor de las islas flotantes. Dijo que sus palmeras eran más altas que los mástiles inalámbricos de su barco y que en sus puntas había monos parlanchines y pájaros cantando. A través de las gafas marinas, el capitán dijo que vio grandes masas de vegetación florida y un gran número de cobras, reptiles mortales.

Otros marineros, como en este relato de 1908 del Washington Post, visitaron lo que creían que era una isla y sólo después se dieron cuenta de su error.

Tras recoger los cocoteros, los marineros regresaron al crucero, que, curiosamente, parecía estar mucho más lejos y considerablemente más al suroeste que cuando lo dejaron. Entonces cayeron en la cuenta de que habían estado visitando una de las islas flotantes de las que tanto se oye hablar pero que rara vez se ven en el Atlántico Sur. La observación posterior confirmó la sospecha, ya que el crucero permaneció cerca de ella el tiempo suficiente para ver cómo la isla cambiaba de posición.

Incluso hoy en día estos fenómenos flotantes siguen capturando la imaginación, incluyendo éste de una parte del mundo completamente diferente: una isla flotante un pantano argentino impulsada por metano,

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