¿Es la familia Tabasco responsable de una infestación de nutrias?

Es posible que ya sepas que la infestación de nutrias en Luisiana podría extenderse fácilmente por todo el país si continúa el cambio climático. Pero, en primer lugar, ¿cómo llegaron estos molestos roedores hasta aquí?

Muchos culpan a E.A. McIlhenny, antiguo presidente de la compañía McIlhenny, fabricante de la salsa Tabasco. Algunos, como el blog de caza Terrierman.com, han llegado a llamar a la nutria la «rata de la salsa Tabasco»:

La nutria o coipo (Myocastor coypus) fue traída por primera vez a Estados Unidos desde Sudamérica por la familia McIlhenny, de la fama de la Salsa Tabasco. Su idea era montar una granja de pieles en Avery Island, Luisiana. Desgraciadamente, en 1941 un huracán arrasó las jaulas y liberó unas 150 nutrias en las marismas locales.

Desgraciadamente, parece que estos rumores no son ciertos, al menos no del todo.

Según la empresa McIlhenny propia FAQ, E.A. McIlhenny no fue la primera persona que importó nutrias a Luisiana (fue al menos la tercera, dicen), y nunca las importó del extranjero, sino que las compró a una granja de pieles existente en Nueva Orleans. ¿Pero qué hay del huracán?

La verdad es que un huracán no arrasó la granja de pieles, y las nutrias no fueron liberadas «accidentalmente» en la naturaleza. Resulta que McIlhenny lo hizo deliberadamente como un esfuerzo para reforzar el comercio de pieles salvajes. En su defensa, no fue el único que contempló esta brillante idea:

«McIlhenny liberó intencionadamente un gran número de nutrias en el sur de Luisiana para reforzar la industria local de pieles. Es importante señalar que, ya en 1930, el Estado de Luisiana había fomentado la cría de nutrias entre sus ciudadanos y, a mediados de la década de 1940, el Estado anunció su intención de liberar nutrias en una zona de vida silvestre gestionada por el Estado cerca de la desembocadura del río Misisipi.»

En última instancia, el hecho de que un hombre concreto fallecido hace tiempo sea el culpable de un brote de especies invasoras tiene poca importancia para los ecologistas de hoy. Lo que es más importante son las lecciones que podemos aprender del pasado.

Cada vez que alteramos la ecología natural de un ecosistema concreto, ya sea liberando nuevas especies o cambiando las condiciones en las que viven las especies existentes (como, por ejemplo, calentando drásticamente el clima), estamos jugando con consecuencias que no podemos predecir.

La próxima vez que tengamos una idea brillante para hacer que la naturaleza sea «mejor», quizá debamos recordar nuestra historia y reconsiderarla.

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