Pensando en el espacio hoy en día, uno se pregunta: ¿cuál es la huella de carbono del programa espacial? A primera vista, no es tan mala; una fuente dice que 28 toneladas de CO2 por lanzamiento. Otros aspectos son peores, como las 23 toneladas de partículas de los cohetes impulsores sólidos de perclorato de amonio y aluminio, y las 13 toneladas de ácido clorhídrico.
Otros dicen que el cohete de combustible líquido es lo más limpio que existe, ya que quema hidrógeno líquido como combustible y sólo produce vapor de agua. ¿Qué hay de malo en ello?
Por un lado, se necesita mucha energía para fabricar hidrógeno líquido; Praxair, un gran productor, dice que se necesitan 15 kilovatios-hora de electricidad para fabricar un kilo del producto. El transbordador transporta 113 toneladas. Eso supone 1.360.770 kWh de electricidad, más o menos lo mismo que utilizan 128 hogares estadounidenses medios en un año.
Las plantas que fabrican el hidrógeno líquido están cerca de las refinerías de los estados del sur; no puedo averiguar de dónde obtienen la electricidad, pero supondré que es la misma mezcla que el resto del país, aproximadamente un 50% de carbón. El carbón produce 2.460 kWh por tonelada, así que si la mitad de la energía utilizada para fabricar el hidrógeno líquido procede del carbón, eso significa que se han necesitado 270 toneladas de carbón para producirlo.
La administración de información energética informa de que el carbón bituminoso y el subbituminoso, los principales tipos utilizados en la producción de electricidad, producen 4.931 libras y 3.716 libras de CO2 por tonelada de carbón quemado, respectivamente.
Así que detrás de las modestas 28 toneladas de CO2 producidas por el lanzamiento hay 672 toneladas de CO2 producidas al exprimir y enfriar ese hidrógeno hasta convertirlo en líquido. Eso no tiene en cuenta la huella de los camiones que lo llevan a Florida ni las pérdidas que se producen por el camino. Ni, por supuesto, la fabricación del depósito de combustible externo de un solo uso.
Praxair está construyendo una planta de hidrógeno líquido cerca de Búfalo para aprovechar la barata energía verde de las cataratas del Niágara, momento en el que se reducirá la huella de carbono total del material. Pero ahora mismo, el hidrógeno líquido difícilmente puede considerarse un combustible ecológico.