Llegando a la escena hace unos 300 millones de años, las libélulas fueron uno de los primeros insectos que habitaron este planeta. Han tenido mucho tiempo para perfeccionar el arte de volar, cazar y simplemente ser sorprendentes. Aquí tienes unos cuantos datos que pueden cambiar tu forma de ver a estos insectos únicos, antiguos e increíblemente variados.
Tabla de contenidos
1. Las libélulas pueden interceptar presas en el aire
Las libélulas son totalmente aterradoras si eres un mosquito o cualquier otro insecto pequeño. No se limitan a perseguir a sus presas. En cambio, las atrapan desde el aire con calculadas emboscadas aéreas. Las libélulas pueden juzgar la velocidad y la trayectoria del objetivo de una presa y ajustar su vuelo para interceptarla. Son tan hábiles que tienen hasta un 95% de éxito cuando cazan.
Básicamente, piensa en un «caza furtivo» cuando se trata de la capacidad de una libélula para atrapar a su presa en vuelo de forma rápida, eficaz e inteligente.
2. Las libélulas tienen mandíbulas increíblemente afiladas
Su estrategia de caza es impresionante, pero la capacidad de las libélulas para desgarrar a sus presas lleva su destreza depredadora a otro nivel.
Las libélulas y los caballitos del diablo pertenecen al orden Odonata, que significa «dentados». El motivo del título son sus mandíbulas dentadas. Cuando cazan, las libélulas atrapan a sus presas con las patas, les arrancan las alas con sus afiladas mandíbulas para que no puedan escapar y se comen al lamentable bicho, todo ello sin necesidad de aterrizar.
Afortunadamente, las libélulas no pueden morder a los humanos. La gran mayoría de las especies no tienen mandíbulas lo suficientemente fuertes como para romper nuestra piel. Sólo un pequeño puñado de especies grandes son capaces de morder realmente, pero esto sólo ocurre como estrategia defensiva. Así que no tienes que preocuparte cuando pasees por un santuario de libélulas (más información sobre ellas a continuación).
3. Las libélulas son unas extrañas voladoras
Hay pocas especies en el reino animal que puedan igualar a la libélula en cuanto a su espectacular capacidad de vuelo. Las libélulas tienen dos juegos de alas con músculos en el tórax que pueden hacer funcionar cada ala de forma independiente. Esto les permite cambiar el ángulo de cada ala y practicar una agilidad superior en el aire.
Las libélulas pueden volar en cualquier dirección, incluso hacia los lados y hacia atrás, y pueden permanecer en un mismo lugar durante un minuto o más. Esta asombrosa capacidad es uno de los factores de su éxito como depredadores de emboscadas aéreas: pueden acercarse a presas desprevenidas desde cualquier dirección.
No sólo son ágiles, sino que son rápidas, ya que algunas especies alcanzan una velocidad máxima de 18 millas por hora (29 kph). También son conocidas por sus hazañas de resistencia. Una especie llamada Pantala flavescens, atraviesa un océano durante su migración, recorriendo 17.700 kilómetros y consiguiendo el título de la migración de insectos más larga del mundo.
Entre la velocidad, la distancia y la flexibilidad a la hora de cazar, las libélulas son uno de los voladores más excepcionales del planeta.
4. La cabeza de una libélula es todo ojos
Si observas la cabeza de una libélula, puede que te fijes en una cosa en particular, o mejor dicho, en 30.000 cosas en particular.
La superficie de la cabeza de un odonato está formada principalmente por sus enormes ojos compuestos, que contienen 30.000 facetas, cada una de las cuales aporta información sobre el entorno del insecto. Las libélulas tienen una visión de casi 360 grados, con sólo un punto ciego directamente detrás de ellas. Esta extraordinaria visión es una de las razones por las que son capaces de vigilar a un solo insecto dentro de un enjambre e ir tras él evitando colisiones en el aire con otros insectos del enjambre.
5. Las libélulas viven hasta 2 años bajo el agua
Las libélulas ponen sus huevos en el agua, y cuando las larvas eclosionan, viven bajo el agua hasta dos años. En realidad, dependiendo de la altitud y latitud, algunas especies pueden permanecer en estado larvario durante hasta seis años. Mudarán hasta 17 veces mientras crecen y se preparan para salir a la superficie y transformarse en las libélulas que vemos en el aire.
Están especialmente adaptadas a la vida acuática en esta etapa, con la capacidad de atrapar presas a la velocidad del rayo. Comen una gran variedad de alimentos, como larvas de otros insectos, renacuajos e incluso peces. Y sí, también se darán un festín con otras larvas de libélula. Estos tipos son depredadores al máximo. Puedes saber más sobre la fase larvaria en el vídeo de abajo.
6. Algunas especies de libélulas ponen huevos en agua salada
Relativamente pocos insectos habitan en el océano, quizá porque tienen problemas para sobrevivir en el agua salada. Sin embargo, eso no parece molestar a algunas libélulas. Algunas especies, como la libélula de la costa (Erythrodiplax berenicei), pueden incluso tener descendencia en entornos más salados que el agua de mar.
En efecto, la libélula de mar es una especie destacada porque su hábitat consiste en marismas, manglares y lagos salinos. Es la única especie de libélula de Norteamérica (pero no del mundo) con un área de distribución restringida a los hábitats salinos.
7. Puedes visitar santuarios de libélulas en todo el mundo
Las libélulas necesitan protección frente a los peligros que ha creado el ser humano, desde la contaminación hasta la pérdida de hábitat. Afortunadamente, existen santuarios en todo el mundo.
El Reino Unido tuvo su primer santuario de libélulas, el Centro de Libélulas, en 2009. Los aficionados a las libélulas también pueden visitar un santuario en el suroeste de Estados Unidos. El estanque del Santuario de la Libélula en Albuquerque, Nuevo México, es el primer estanque santuario del país y alberga una increíble diversidad de especies de libélulas y caballitos del diablo. Al otro lado del Pacífico, los aficionados pueden disfrutar de estos odonatos en uno de los varios santuarios de vida silvestre de Japón creados para proteger los hábitats de las libélulas y la diversidad de las especies.
8. Las libélulas son beneficiosas para las personas
La libélula hace un trabajo increíble para ayudar a los humanos al controlar las poblaciones de insectos plaga, especialmente los que más nos molestan, como los mosquitos y las moscas que pican. Se dice que una sola libélula puede comer entre 30 y cientos de mosquitos al día. También nos inspiran para crear nuevas tecnologías -desde drones hasta sistemas visuales artificiales- basadas en sus increíbles habilidades de vuelo y visión. Lo menos que podemos hacer los humanos para devolverles el favor es apoyar la conservación de sus hábitats para que puedan continuar durante otros 300 millones de años.