Sólo se puede imaginar el sombrío trabajo que tuvieron los trabajadores del 11-S en la Zona Cero, trabajando día tras día para limpiar los restos de semejante devastación. Y uno sólo puede imaginar la sorpresa que debieron sentir cuando, al cabo de un mes de trabajo, descubrieron un poco de vida que sobresalía de los escombros: los restos carbonizados de un peral de Callery.
Con poco más que unas pocas hojas que salían de una sola rama, con las raíces rotas y las ramas quemadas y rotas, este perseverante árbol fue enviado a Van Cortlandt Park para su convalecencia bajo el cuidado del Departamento de Parques y Ocio de la ciudad de Nueva York. Los trabajadores del parque dicen que no estaban seguros de que el árbol saliera adelante, pero el pequeño árbol que podía, lo hizo. En la primavera de 2002, brotó un alboroto de hojas; una paloma hizo un nido en sus ramas.
Cuando Ronaldo Vega fue contratado como director de proyectos especiales en 2007, recordó la historia del árbol y fue al Bronx a buscarlo. «Me enamoré de ella en cuanto la vi», cuenta en el vídeo de abajo. «Era una luchadora. Sabíamos que iba a volver aquí».
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Y así, tras nueve años de rehabilitación en el Bronx, el Árbol de los Supervivientes volvió a casa. Plantado en el National 9/11 Memorial & Museum, prospera en un lugar solemne y lleno de recuerdos y de vida. Con cicatrices pero robusto, ofrece sus ramas a los pájaros y sombra a los transeúntes… y sigue siendo un potente recordatorio de la resistencia frente a la destrucción.
«Nuevas y suaves ramas se extendieron desde los nudosos tocones, creando una demarcación visible entre el pasado y el presente del árbol», señala el Museo. «Hoy, el árbol se erige como un recordatorio vivo de la resistencia, la supervivencia y el renacimiento».
Puedes ver más de la hermosa historia en el breve vídeo que aparece a continuación. Y si alguna vez vas al monumento, hazle una visita y salúdala.