Si te tomas en serio lo de ahorrar dinero, las comidas habituales en los restaurantes tendrán que desaparecer
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Los restaurantes son el obstáculo más común para la frugalidad, según la bloguera Sra. Frugalwoods. A ella le gusta decir: «La comida es una necesidad, pero la comida cara no lo es». Aunque muchos de nosotros sabemos que esto es cierto, los restaurantes pueden ser difíciles de evitar. Cuando llega la hora de la cena, los niños están hambrientos y no hay nada que comer en casa, pedir comida para llevar y llevar a todos a un restaurante local parece a menudo la solución más fácil.
El consejo de la Sra. Frugalwoods es que entiendas que planificar con antelación es tu mejor arma contra las comidas en restaurantes de última hora y sus enormes facturas asociadas (especialmente si tienes familia). Si puedes reducir las comidas fuera, ahorrarás mucho más dinero que con cualquier cantidad de recortes de cupones, igualación de precios y compras de rebajas. Preguntó a los lectores en Facebook cuáles eran sus estrategias probadas y verdaderas para evitar los restaurantes, y obtuvo cientos de respuestas. A continuación se presentan algunas de las respuestas que me parecieron más interesantes y útiles.
1. Asegúrate de tener suficientes alimentos a mano para preparar las comidas rápidamente. Aunque esto signifique rebajar tu nivel de preparación, sigue siendo preferible a salir fuera. Haz acopio de pizzas congeladas, pierogis, raviolis o cualquier cosa que pueda convertirse en una comida rápida. Compra sopa en lata, mezclas congeladas de salteado de verduras, currys indios envasados al vacío.
2. Intenta tener tres comidas en el congelador en cualquier momento. Hazlo duplicando o triplicando las tandas de lo que estés haciendo y almacenando. Compra el envase adecuado para facilitar la congelación de la comida extra.
3. Consigue una olla de cocción lenta y úsala. Acostúmbrate a preparar una comida a primera hora de la mañana y a dejarla cocer durante todo el día, así no tendrás excusa para pedir comida para llevar. En relación con esto está la sugerencia de un lector de preparar la cena durante el desayuno. Mete los ingredientes en el horno para que se asen antes de irte al trabajo, y así la preparación de la cena será mucho más fácil.
4. Mantén la sencillez. (¡Este es un verdadero reto para mí!) Recuérdate que está bien preparar una comida muy sencilla para variar, ya sea queso a la plancha y sopa de tomate de una caja, un cuenco de fideos con mantequilla, sándwiches de mantequilla de cacahuete o huevos y tostadas. Ten combinaciones estándar listas para llevar en cualquier momento, es decir, tortillas en el congelador, queso en la nevera, salsa y judías enlatadas en la despensa para los burritos. La monotonía está permitida.
5. Siempre, siempre, haz un plan de menú. Planifica toda la semana, haz la compra con antelación y cúmplela. Sin embargo, debes planificar comidas que realmente QUIERAS comer, y que sean FÁCILES de preparar. Nueve de cada diez veces, soy demasiado ambiciosa en mi plan de comidas y acabo desviándome de él porque tengo literalmente 15 minutos para prepararlo todo. Una buena y sensata planificación de las comidas requiere práctica…
6. Diseña tu propio sistema de recompensas. Una lectora describe su estrategia:
«Queríamos hacer más ejercicio y comer menos fuera, así que empezamos a asignarnos una cierta cantidad de «dinero para restaurantes» por nuestro tiempo de ejercicio. Cuanto más hacemos ejercicio, más «ganamos» para que los restaurantes lo utilicen a su antojo, así que acabamos teniendo que elegir entre coger una cena rápida de camino a casa esta noche o ir a una cita la semana que viene. Tener esa opción hace que sea más fácil decir no a la comida rápida de la semana, y hace que nuestras noches de cita sean más especiales».
7. Ten un objetivo mayor en mente. ¿Estás trabajando en algo relacionado con la forma física, la salud, la pérdida de peso o las finanzas? ¿Quizá estás esperando una comida en un lugar muy especial y caro que siempre has querido probar? Ponlo en tu nevera en letras gruesas y sigue recordándote que no salir es un paso más para llegar a donde quieres. Si el antojo del restaurante es intenso, date un tiempo de espera obligatorio, como 48 o 72 horas.
8. Lleva tentempiés a todas partes. Tener hambre cuando estás fuera de casa es una de las principales razones de las facturas de última hora en los restaurantes. Mete en tu bolso frutos secos, barritas de cereales, chocolate y galletas y come para calmar el hambre cuando te llegue.
9. Cambia de estilo de vida o de lugar. Este consejo puede tomarse con pinzas, pero hay algo de verdad en él. Una lectora dijo que se hizo vegana y de repente sus opciones de restaurantes se redujeron. Otros (entre los que me incluyo) viven en comunidades pequeñas y rurales donde las opciones son muy limitadas. Aunque quisiera comida tailandesa, no hay ningún sitio donde conseguirla, así que me la preparo yo misma. Otra persona dijo: «¡Tengan hijos, entonces no querrán ir a ningún sitio!»