Si hay una verdura que me gustaría tener a mano, es la lechuga. Hago ensaladas todo el tiempo, así que acabo comprando muchas verduras. Esto es contraproducente porque la lechuga ocupa tanto espacio en mi nevera que no tengo sitio para otras cosas. Me convierto rápidamente en un herbívoro; se me caen los incisivos y me crece un estómago extra. ¿Y quién tiene tiempo para tanta digestión?
Por suerte, he descubierto una solución: Puedo cultivar mis propias lechugas en el interior, lo que me permitirá tener lechugas infinitas todo el año (¿tal vez? ¿con suerte?). He aquí cómo.
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Elige un lugar
Las lechugas no necesitan una cantidad loca de sol, pero cuanto más, mejor. Así que recorre tu casa y busca un lugar soleado. Para obtener puntos extra, que sea un lugar con una ventana orientada al sur. Evita las trampas. No plantes tus verduras junto a, por ejemplo, una chimenea o el cuenco de la comida de tu perro, a no ser que él también haya evolucionado a herbívoro y necesite realmente la nutrición.
Elige las semillas
Rey del Ártico, Pulgarcito y Maravilla del Invierno pueden sonar a renos que se han escapado de Papá Noel y se han convertido en luchadores, pero escuché que en realidad son tipos de lechuga adecuados para el invierno y la luz interior. Investiga y elige una especie hecha para ir bien en el interior.
Planta
Encuentra un recipiente poco profundo (los platos para llevar con agujeros en el fondo también sirven). Utiliza una mezcla para plantar diseñada específicamente para el inicio de las semillas. Esparce las semillas y cúbrelas con una fina capa de tierra.
Mantén la tierra húmeda. Brotarán al cabo de una semana más o menos. Una vez que lo hagan, acláralas para que las plántulas estén separadas unos dos centímetros.
Cosecha
Sigue regando. Al cabo de un mes, ¡tendrás lechugas! Ojalá. Si la tienes, cómete las hojas exteriores, dejando que las interiores sigan creciendo. Y no dejes que ningún reno fugitivo se las coma. A esos tipos les caben muchas lechugas en sus estómagos.