Aquí tienes una guía para crear tu propio tratamiento facial de vapor de té relajante en casa.
Tabla de contenidos
Hervir agua
En una olla, pon el agua a hervir.
Coloca el té suelto en un bol
Selecciona los tés y las hierbas que quieras utilizar y colócalos en un cuenco grande apto para el calor. Lo mejor es utilizar té de hoja suelta, pero las bolsitas de té también funcionan.
Hay una tradición centenaria de utilizar vapores de flores y hierbas en los rituales de belleza. Las investigaciones han demostrado que el vapor puede ayudar a suavizar la piel, aumentar la absorción de los tratamientos tópicos y mejorar la circulación. Además, las investigaciones sugieren que los polifenoles del té pueden ayudar a reducir el acné y la piel grasa. Así que no es de extrañar que añadir tés y hierbas al vapor facial sea muy popular entre quienes defienden el cuidado natural y no tóxico de la piel.
Puedes combinar las hierbas o flores que quieras con el té verde o blanco. La menta y el romero se asocian a refrescar y calmar la piel, mientras que las flores de rosa y manzanilla se asocian a suavizar.
Vierte el agua y déjalo reposar
Vierte el agua sobre tus ingredientes y deja que reposen durante un par de minutos.
Asegúrate de que el agua se ha enfriado un poco, porque es posible quemarse con el vapor.
Sumergir la cara en el vapor
Coloca tu cara a unos 30 centímetros del vapor y cubre tu cabeza con una toalla. Cuida tu cara con el vapor durante un minuto, y luego descansa unos minutos. Puedes repetir este proceso varias veces.
Alternativamente, puedes empapar una toallita limpia en la infusión y aplicarla a tu cara. Repite la operación con otro paño limpio.
Sigue con la crema hidratante
Una vez terminado el vapor, sigue con una crema hidratante nutritiva.
Se recomienda ampliamente no utilizar el vapor facial más de una vez por semana.
Una nota de precaución sobre los aceites esenciales: ¡muy poca cantidad da para mucho! Los aceites esenciales suelen ser bastante volátiles. Si los añades a tu vapor facial, no uses más de una gota. Los aceites pueden vaporizarse muy rápidamente y crear un vapor áspero y desagradable.