En esta era de cambio hacia una era ecológica – sostenible y amigable con el carbono – ninguna aventura verdaderamente revolucionaria puede ignorar el aspecto del cuidado ambiental. Imagina, una flamante marca de moda irrumpe en escena, ¿su sello? Un impacto mínimo o incluso positivo en nuestro planeta, esencial si aspira a destacar en el mercado durante los años venideros.
Este giro hacia lo verde se extiende a través de diversos campos, desde el transporte y la alimentación hasta los servicios y la construcción. Así, no solo la economía está en transformación, sino también nuestro modo de vida y los lugares que habitamos están siendo reinventados. Cuando hablamos de arquitectura, el foco actual se encuentra en el diseño de espacios sostenibles, optimizando cada recurso material y energético.
Impulsado por esta ola de construcción verde surgen innovaciones como el BIQ en Hamburgo, un coloso arquitectónico que utiliza el poder de la naturaleza para autogestionar su energía. Es descrito por sus creadores como el primer edificio cuya pantalla ecológica actúa además como un bioreactor natural.
El secreto de este edificio reside en lo que se ha denominado una “piel verde secundaria”, una fachada inteligente alimentada por microalgas que orgánicamente dotan al edificio de energía, mientras regulan la entrada de luz y proporcionan sombra. Estas microalgas crecen en el espacio entre la pared exterior del edificio y su capa verde secundaria, necesitando solo una constante dosis de nutrientes líquidos y dióxido de carbono, suministrados a través de un sistema de irrigación especial, además de la indispensable luz solar para su fotosíntesis.
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Una Revolución Renovable
Al prosperar, las algas se reproducen en un ciclo sostenido hasta que son recogidas para ser procesadas en una planta de biogás vinculada al BIQ, donde se transforman en energía. Gracias a su capacidad de producir hasta cinco veces más biomasa por hectárea que las plantas terrestres, las microalgas se convierten en una fuente rica en aceites, ideales para generar energía.
Más allá de la producción energética a partir de biomasa, la envoltura viva del BIQ aprovecha la energía solar para regular la temperatura interior y calentar agua, actuando simultáneamente como un aislante térmico y acústico, y como una persiana natural.
Eficiencia Energética y Ahorro Financiero
El BIQ en Hamburgo lidera el cambio hacia la construcción sostenible, pero no está solo. En lugares como Chicago, un ícono de la arquitectura moderna donde los edificios son grandes emisores de CO2, principalmente por el uso intensivo de calefacción, se ha lanzado Retrofit Chicago en 2012 para potenciar la eficiencia energética y recortar en un 20% el consumo eléctrico de sus estructuras en cinco años.
Para 2014, los 32 edificios parte del proyecto lograron un significativo ahorro de 21 millones de kWh y más de 1,5 millones de dólares, gracias en parte a 2 millones en incentivos del gobierno local.
Pioneros en Sostenibilidad
Desde Canadá hasta China, USA y el Reino Unido, la tendencia de los «edificios verdes» está en auge. Ejemplo de ello es la Torre de Shanghai, en China, no solo una maravilla por su altura sino porque sus turbinas de viento internas ayudan a iluminar el edificio, complementado por una ingeniosa doble capa que permite la máxima entrada de luz natural.
En Nueva York, el emblemático One Bryant Park no solo destaca en el skyline, sino que también ha sido el primer rascacielos en recibir la certificación LEED Platinum, gracias a su propia planta de energía que genera 4,6 megavatios de electricidad verde, entre otras innovaciones sustentables.
En Canadá, el Manitoba Hydro Place cuenta con un sistema de geotermia que regula la temperatura del edificio, además de azoteas verdes y ventanas triple capa que en conjunto reducen el consumo energético en un 60%.