Desde el tití pigmeo hasta el gorila de llanura, el mundo de los primates abarca una gama diversa y colorida de criaturas.
No hay mejor ejemplo de ello que el uakari calvo (Cacajao calvus), un mono procedente de la selva amazónica que luce una corona calva salpicada de una piel brillante de color carmesí. El rubor perpetuo se debe a la falta de pigmento en la piel y a un exceso de capilares bajo la piel.
Tono rojo saludable
Lo más interesante es que esta llamativa coloración de la piel es algo más que un rasgo estético superficial. La vivacidad y riqueza del rojo es también un indicador visual del bienestar general de un mono, y específicamente de los monos que han contraído la malaria.
Según Arkive, «los monos que han contraído la enfermedad son notablemente más pálidos y no son elegidos como parejas sexuales, ya que no tienen la deseada inmunidad natural a la malaria»
Aunque la cabeza calva y roja suele ser lo primero en lo que se fija la gente, el uakari calvo también se distingue por su pelo largo y tupido y su cola notablemente corta (ver arriba), un rasgo relativamente poco común entre los primates del Nuevo Mundo. el mono también tiene un porcentaje excepcionalmente bajo de grasa corporal, lo que contribuye a su inusual estructura facial demacrada.
A pesar de lo fascinantes que son estos primates, la UICN incluye actualmente en su lista a el uakari calvo como especie «vulnerable» debido a la disminución del 30% de su población en las últimas tres décadas. La causa de esta tendencia es preocupante, pero no es en absoluto sorprendente si se compara con las luchas por la conservación de muchas otras especies de flora y fauna amazónicas.
Como muchos otros monos del Nuevo Mundo, la pérdida de hábitat y la caza son las dos mayores amenazas para el uakari calvo. Los monos uakari pasan la mayor parte de su vida forrajeando, comiendo, socializando y durmiendo dentro de las densas copas de los bosques várzea del Amazonas, bosques estacionales de llanura aluvial que están inundados de agua durante gran parte del año. Esto significa que no pasan mucho tiempo en el suelo de la selva, salvo en breves visitas durante la estación seca.
Debido a sus hábitats arbóreos especializados y a sus prácticas de alimentación, los uakaris son especialmente vulnerables a la invasión humana y a la deforestación.
El panorama de esta especie puede parecer sombrío, pero hay esperanza en las nuevas investigaciones.
Los parientes más cercanos de los uakaris, los monos saki, han demostrado una notable «tolerancia y adaptabilidad» a las perturbaciones de sus similares hábitats arbóreos, según la UICN.
Aunque la medida de conservación preferida es preservar el hábitat del uakari, la posibilidad de que este animal sea capaz de soportar estas presiones ecológicas provocadas por el hombre tiene a muchos científicos y amantes de los animales cruzando los dedos.