Trabajar la tierra para obtener sus alimentos es una de las actividades humanas más básicas. Sin embargo, hoy en día, pocas personas practican la jardinería alimentaria, aunque algunas, como mi suegra, lo hacen religiosamente. Para ella y para muchos otros, la jardinería es algo más que una forma de salir a la naturaleza; es una terapia.
«Es muy gratificante ver los frutos de tu trabajo», me dice. Resulta que la investigación la respalda.
El valor de la jardinería para la salud mental fue documentado por primera vez en el siglo XIX por el Dr. Benjamin Rush, reconocido como el padre de la Psiquiatría estadounidense. Al crecer como método propio, la terapia hortícola se ganó el respeto como recurso valioso para tratar a los veteranos de guerra en las décadas de 1940 y 1950.
Hoy en día, la terapia hortícola se utiliza para ayudar a tratar el trastorno de estrés postraumático, la depresión y la ansiedad.
Lo que saben los jardineros
¿Cómo funciona? «La explicación más sencilla de por qué las personas disfrutan de la horticultura es porque les pone en contacto estrecho e íntimo con la naturaleza, algo que de otro modo suele faltar en la experiencia de la vida moderna», dice el Dr. Elan Barenholz, profesor asociado de psicología de la Universidad Atlántica de Florida. «Una gran cantidad de estudios han descubierto que la gente suele elegir los entornos que contienen vegetación natural frente a los que no la tienen».
Incluso en interiores, la vegetación tiene beneficios. «Se ha comprobado que encontrarse casualmente con plantas en un paseo, en el patio trasero -incluso con plantas de interior en el lugar de trabajo- tiene una gran cantidad de beneficios para la salud, como la reducción del estrés, la disminución de la presión arterial y la mejora general del estado de ánimo», continúa Barenholz. Un estudio publicado en 2010 en la revista Journal of Health Psychology demostró que, aunque tanto la lectura de un libro como la jardinería reducían los niveles de estrés, la jardinería producía resultados notablemente mejores.
Un reportaje de 2012 de la NPR destacó el valor de la terapia hortícola en un centro de detención de menores, donde se utilizó para ayudar a los niños a reforzar su autoestima y a gestionar mejor sus problemas emocionales. Pacific Quest es un programa en Hawai para adolescentes con problemas que se centra en la terapia hortícola. A lo largo de unos meses, los chicos gestionan un huerto desde la siembra hasta la cosecha, e incluso cocinan su propia comida. Travis Slagle, director de terapia hortícola en Pacific Quest, dice a NPR que el entorno del jardín proporciona un ambiente tranquilo y estable que nunca cambia, un entorno que permite a los niños que pueden venir de entornos familiares tumultuosos bajar finalmente la guardia.
Naturaleza y crianza
Las buenas sensaciones que produce el trabajo de la tierra pueden ser evolutivas. «Nuestros antepasados cazadores-recolectores habrían sido potencialmente recompensados por elegir establecerse en zonas verdes que ofrecen abundante flora y fauna como posibles fuentes de alimento», dice Barenholz. O puede que hayan aprendido. «La gente suele tener buenos recuerdos de libertad y aventura relacionados con el exterior, mientras que el interior puede estar más asociado a la estructura y el trabajo», explica. De hecho, puedes obtener beneficios similares dando un paseo al aire libre.
«En cualquier caso», concluye Barenholz, «cuando seamos adultos, es probable que tengamos un anhelo de alivio del estrés y bienestar de la naturaleza que puede no tener muchas salidas en nuestra vida cotidiana. La horticultura representa un modo consistente y fiable de interacción con la naturaleza que puede garantizar que obtengas tu «dosis» de naturaleza».