Es la época de las arañas, en la que los bichos salen literalmente de la nada, para sorpresa de los humanos que pensaban que vivían solos.
Muchas de las arañas que siempre han vivido contigo están desarrollando repentinamente un caso, a menudo trágico, de ansia de viajar.
Están abandonando sus puestos solitarios en las oscuras profundidades del sótano o detrás de ese retrato de tu tía abuela Hildegard y haciendo un peligroso intento de viajar un poco. Otros llegan desde tierras extrañas, como la entrada de la casa o el garaje o incluso la zanja de enfrente.
¿Y qué puede tentar a una araña a salir de la guarida que ha ocupado con tanta seguridad durante meses? Pues lo mismo que nos pone a todos en peligro en ocasiones: la búsqueda del amor.
La mayoría de las arañas que se mueven son machos, que buscan emparejarse con una de esas hembras situadas en el rincón más alejado del techo de tu ático: una Rapunzel en su torre de telas de seda, que atrae pretendientes de toda la casa.
«Las hembras pueden verse en las telarañas de los garajes y los alféizares de las ventanas, mientras que los machos vagan en busca de oportunidades para aparearse», explica a la BBC
Adam Hart, entomólogo de la Universidad de Gloucestershire. «Y, por supuesto, nuestras casas son lugares agradables para que vengan a hacerlo».
En realidad es bastante romántico. Hasta que algún humano empieza a chillar.
Lamentablemente, la búsqueda del amor de las arañas termina con demasiada frecuencia en un aplastamiento poco ceremonioso. Pero una nueva investigación puede ayudar a las arañas y a los humanos a evitar estos fatales malentendidos.
Una aplicación llamada Spider in Da House, creada por ecologistas del Reino Unido, ha ido recopilando a lo largo de los años montones de datos de detección de arañas de sus usuarios.
Como resultado, han podido determinar una hora muy concreta del día en la que las arañas se mueven más: las 19:35. Esto se basa en 10.000 avistamientos en 250 lugares de Gran Bretaña.
Parece que los científicos que están detrás de la aplicación han aprovechado las fuertes emociones de la gente con respecto a las arañas, emociones que les obligan a tomar una foto con la hora de la criatura y enviarla a los expertos con una serie de puntos de exclamación histérica.
Pánico equivocado ante las arañas
Qué red tan enmarañada tejemos cuando primero practicamos el engaño sobre las arañas. ¿Uno de los primeros mitos que nos creemos con demasiada facilidad? Que son una amenaza.
Compartimos este planeta con 43.000 especies diferentes de arañas, como mínimo. Entre ellas, la más pequeña fracción es venenosa. Y una cantidad aún menor -menos de 30, según la Enciclopedia Británica- ha provocado la muerte de un ser humano.
¿Otro poco de propaganda contra las arañas? Son invasoras.
Como señala el escritor de MNN Russell McLendon, las arañas no sólo son anteriores a los dinosaurios, sino que probablemente han estado viviendo en nuestros hogares sin ser detectadas durante años.
«Puede parecer que están invadiendo, pero estaban aquí primero», señala.
De hecho, las arañas son las mejores compañeras de piso. No revientan el equipo de música ni dejan platos vacíos en el fregadero. Incluso se deshacen de otros bichos, sobre todo de las molestas moscas, por nosotros.
Por supuesto, en el caso de algunos avistamientos de arañas, se te puede perdonar un escalofrío, o incluso un chillido, aunque nunca una bota. En el Reino Unido, por ejemplo, después de un agosto especialmente húmedo, no eran los machos los que buscaban pareja, sino las hembras, mucho más grandes, obligadas por la lluvia a encontrar un nuevo alojamiento en las casas y quizá una o dos parejas por el camino.
Pero mucho mejor que pisotear a una araña hasta la muerte -gracias en parte a esa amplia encuesta- es hacer uso de esa información.
¿Por qué no salir de casa durante la hora de la araña y dar a estas solitarias criaturas una oportunidad de amor? Sal a cenar o a la biblioteca. Quizá tú también encuentres el amor.
Y todos podremos vivir felices para siempre.