Lo que la lluvia ácida hace al medio ambiente

Puede que la lluvia ácida no tenga tanta importancia en el discurso público como hace años, pero eso no significa que el problema haya desaparecido. Los efectos de la lluvia ácida pueden ser devastadores, sobre todo para los bosques y los ecosistemas acuáticos, haciendo que las aguas sean tóxicas y privando al suelo de nutrientes esenciales.

Cuando las empresas eléctricas y otras industrias queman combustibles fósiles como el carbón y el petróleo, se libera azufre en el aire, que se combina con el oxígeno para formar dióxido de azufre. Este compuesto, junto con el ácido nítrico que se forma debido a los gases de escape de los coches, se disuelve en el vapor de agua del aire, que luego se derrama en forma de lluvia ácida. Aunque los gases de la lluvia ácida se originan en las zonas urbanas, pueden desplazarse cientos de kilómetros hasta las zonas rurales para causar estragos en bosques y lagos.

Según la Agencia de Protección Medioambiental de Estados Unidos (EPA), estos efectos son más dramáticos en entornos acuáticos como arroyos, lagos y pantanos. La mayoría de las masas de agua dulce tienen un pH entre 6 y 8, lo que significa que están en el lado alcalino o «base» de la escala de pH. Cuando la lluvia ácida cae en el agua, reduce este pH, y el suelo circundante suele ser incapaz de amortiguarlo. El agua ácida lixivia el aluminio del suelo, que es muy tóxico para muchas especies de organismos acuáticos.

Un estudio de 2000 de la Universidad de Wisconsin-Madison centrado en los efectos de la lluvia ácida en el lago Little Rock de Wisconsin descubrió que, aunque las masas de agua pueden corregirse de forma natural de este cambio de pH, la naturaleza de la cadena alimentaria cambió drásticamente, con la muerte de muchas especies. Estos impactos, observados en muchas otras masas de agua de todo el mundo, se extendieron a especies no acuáticas, como las aves.

Los científicos han observado que la lluvia ácida ha ralentizado el crecimiento de algunos bosques y, en casos extremos, los ha hecho desaparecer por completo. Las diferencias en la capacidad de los suelos para amortiguar la lluvia ácida son gran parte de la razón por la que algunas zonas geográficas, como los bosques de gran altitud de los Montes Apalaches, desde Georgia hasta Maine, parecen verse más afectados que otros. Las regiones de alta montaña también se ven más afectadas porque están rodeadas de nubes y niebla que contienen más ácido que la lluvia.

La lluvia ácida lixivia los nutrientes tanto del suelo como de las hojas de los árboles, disolviéndolos y arrastrándolos. Al igual que en las masas de agua, la lluvia ácida que cae en un bosque provoca la liberación de sustancias tóxicas como el aluminio.

¿Cómo de duros son los ácidos de la lluvia ácida? Los efectos sobre la piedra, como los edificios de mármol y piedra caliza, nos dan una idea, ya que los bordes afilados y los detalles de las tallas se erosionan gradualmente. Incluso las zonas protegidas muestran daños cuando las costras ennegrecidas de yeso -un mineral que se forma a partir de la reacción entre la calcita, el agua y el ácido sulfúrico- se ampollan y desmoronan. También se sabe que la lluvia ácida desgasta los revestimientos de los automóviles y contribuye a la corrosión de los metales.

La lluvia ácida también afecta a nuestra salud. Aunque permanecer al aire libre bajo la lluvia ácida no tiene por qué causar ningún daño, el dióxido de azufre y los óxidos de nitrógeno, los contaminantes que causan la lluvia ácida, son tóxicos. Las partículas finas de estos gases pueden ser inhaladas en lo más profundo de nuestros pulmones, causando potencialmente trastornos cardíacos y pulmonares, como el asma y la bronquitis. El Programa de Lluvia Ácida, que se aplicó plenamente en virtud de la Ley del Aire Limpio en 2010, pretende reducir estos efectos regulando la producción de emisiones de dióxido de azufre y óxido de nitrógeno de las centrales eléctricas.

Sin embargo, la inhalación de los gases no es la única forma en que los seres humanos se ven afectados por la lluvia ácida. Un estudio de 1985 descubrió que el aumento del contenido de plomo y cadmio en el agua y el suelo causado por la lluvia ácida supone un riesgo, y que la acidificación aumenta la bioconversión del mercurio en metilmercurio en el pescado, lo que aumenta su toxicidad para quienes lo comen.

La única forma de combatir la lluvia ácida es reducir la emisión de los contaminantes que la provocan. Si quieres ayudar, National Geographic recomienda conservar la energía en el hogar, porque cuanto menos electricidad utilicemos, menos sustancias químicas emitirán las centrales eléctricas.

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