Oslo: La Green Capital 2019 se toma el medio ambiente muy en serio

Con todas sus contradicciones, hay que admitir que los países nórdicos saben proteger el medio ambiente. Si bien es cierto que la economía de Noruega depende en buena medida de su industria petrolera, que uno de los pilares de la de Dinamarca es el transporte marítimo -no precisamente ecológico- y que Suecia es uno de los países con más huella ambiental relativa a los vuelos internacionales, lo cierto es que la región escandinava lidera, en muchos ámbitos, la transición hacia una sociedad más sostenible.

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Leyes verdes

Los países nórdicos son pioneros globales tanto en legislación verde como en el establecimiento de las agencias de protección ambiental (la primera en fundarse fue la de Suecia), comportan unos altos porcentajes de consumo de energía limpia y renovable -en comparación con el resto de países del mundo-, y tienden a apostar, como parte de la cultura impositiva de su modelo nórdico, por una fiscalidad verde que penaliza lo que contamina, a la vez que se incentiva lo que es favorable para la naturaleza.

“Respira la Vida” en la Green Capital 2019

Y la conciencia ambiental se nota también a nivel municipal. La ciudad noruega de Oslo ha sido elegida como Capital Verde Europea en 2019 gracias a su compromiso con la calidad del aire y la mejora de la vida de la ciudadanía. Oslo es una de las 42 urbes que forman parte de la campaña Respira la Vida liderada por la ONU, en colaboración con la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Coalición Clima y Aire Limpio, ya que -recuerda la OMS- “nueve de cada diez personas respira un aire insalubre”.

Se trata, según un análisis publicado este año por Greenpeace, de la única ciudad -de entre las  13 evaluadas (Berlin, Londres, Viena, Bruselas, Moscú, Roma, Zurich, París, Amsterdam, Copenhague, Oslo, Budapest y Madrid)- con valores de contaminantes atmosféricos por debajo de los límites que marcan tanto la Unión Europea como la OMS.

Más vehículos eléctricos

Para lograr esta buena calidad del aire, algunas de las medidas que se han llevado a cabo desde el gobierno local se resumen en el propósito de impulsar el uso de los coches eléctricos, con incentivos para los conductores de estos vehículos como, por ejemplo, la reducción de impuestos, el acceso a carriles preferenciales para el transporte público, los viajes gratuitos en carreteras y transbordadores públicos, así como el acceso libre a estacionamientos municipales.

Hoy en día, Oslo es la ciudad con más vehículos eléctricos per capita en el mundo y para el año 2020 se espera que todo el transporte público de la capital noruega y del condado vecino de Akershus sea impulsado únicamente por energía renovable, asevera la ONU.

“El uso de estos vehículos ha contribuido a disminuir en 35% de las emisiones de CO2 de la ciudad desde 2012, dando como resultado mejor calidad del aire y salud pública”, señala este organismo en su web oficial, y juzga que los coches eléctricos son una “pieza clave” para que en 2030 las ciudades puedan reducir al 95% sus emisiones equivalentes de CO2.

Menos coches, por principio

Pero también hay otros modos de transporte que contribuyen a mejorar la calidad de vida y el medio ambiente en el entorno urbano. Así lo ha entendido Oslo, y por ello, paralelamente al vehículo eléctrico, ha apostado por la reducción del tráfico de automóviles en la ciudad. El espacio que antes era ocupado por los vehículos se reparte ahora entre la comunidad, el municipio, las organizaciones, las empresas y los habitantes de la capital; y se destina a realizar actividades culturales y artísticas al aire libre, así como a nuevos parques infantiles o aparcamientos para bicicletas.

Y es que el transporte en bicicleta también es parte de la estrategia de la ciudad noruega para mejorar el estado de salud física y mental de su ciudadanía. “Oslo es el hogar de un extenso y conveniente esquema para compartir bicicletas, y se pueden éstas se pueden encontrar en 200 estaciones en el centro de la ciudad y sus alrededores”, aduce la ONU.

Sostenibilidad urbana

Más allá de la movilidad, otros factores que han llevado a Oslo a ser considerada la capital verde de Europa el próximo año son la gestión de residuos, los bajos niveles de ruido y la biodiversidad.  En cuanto a acción por el clima, en la capital de este país escandinavo se ha entendido como una oportunidad. Se estableció la “Red de Negocios para el Clima”, con el fin de estimular la cooperación entre los grupos empresariales, las organizaciones no gubernamentales y los ciudadanos y así frenar el impacto ambiental de las empresas. En 2016, se introdujo un “presupuesto climático”, que comprendía 42 medidas separadas en tres sectores: energía y entorno construido, transporte y recursos. A partir de este plan, las emisiones de CO2 se contabilizan como si se tratara de un presupuesto financiero.

Erik Solheim, Director Ejecutivo de ONU Medio Ambiente, declaró sobre su ciudad natal que ésta “apunta a reducir drásticamente las emisiones de gases invernadero y al mismo tiempo está convirtiendo la acción climática en una oportunidad. Espero que otras ciudades en el mundo se inspiren a raíz de las medidas impulsadas por Oslo”.

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