Kim escribió recientemente sobre una propuesta de un bioma de «burbujas» en Pekín que permitiría a los residentes respirar aire limpio. Me recordó una propuesta anterior de R. Buckminster Fuller, en 1960, de colocar una cúpula geodésica gigante sobre el centro de Manhattan. El objetivo de la cúpula era regular el clima y reducir la contaminación del aire.
La cúpula, que se extendía desde la calle 62 hasta la 22, tenía un kilómetro y medio de altura y 1,8 de ancho. Según el biógrafo Alden Hatch:
Su piel consistiría en un vidrio reforzado con alambre, de visión unidireccional e inastillable, empañado con aluminio para cortar el resplandor del sol y al mismo tiempo admitir la luz. Desde el exterior se vería como un gran espejo hemisférico brillante, mientras que desde el interior sus elementos estructurales serían tan invisibles como los cables de un porche protegido, y aparecería como una película translúcida a través de la cual aparecerían el cielo, las nubes y las estrellas.
Después de este invierno en Nueva York, la idea es probablemente atractiva: Fuller afirmó que «el coste de quitar la nieve en Nueva York pagaría la cúpula en 10 años». Tampoco nadie tendría que pagar por la calefacción o la refrigeración de sus apartamentos; toda la cúpula se mantendría a una temperatura agradable.
Las cúpulas geodésicas son muy eficientes, y el conjunto iba a pesar sólo 4.000 toneladas. Fuller calculó que «una flota de 16 de los grandes helicópteros Sikorsky podría llevar todos los segmentos a su posición en 3 meses con un coste de 200 millones de dólares».
Según el New York Times, el Ayuntamiento se ha gastado 92,3 millones de dólares en retirar la nieve este año. Tal vez sea hora de volver a mirar este asunto.
Más en Gothamist