Especies invasoras

Los humanos somos capaces de adaptarnos a entornos muy variados. Desde el principio de los tiempos, somos viajeros. Movidos por la curiosidad, por oportunidades de trabajo o, en muchos casos, también por necesidad, deambulamos y cruzamos fronteras. El resultado es casi siempre positivo. La mayor parte de las veces, en los territorios donde nos asentamos podemos construir un nuevo hogar y, aunque nos lleve tiempo adaptarnos a la cultura o a las condiciones del país o ciudad a la que recién llegamos, la experiencia suele ser enriquecedora y nuestra aportación a la sociedad en la que nos insertamos es tanto o más importante como la que recibimos de ella.

Es una suerte que no disfrutan otras especies. A diferencia de los humanos, muchas especies de flora y fauna no se adaptan bien a ecosistemas que les son ajenos. Por eso hay que tener cuidado con las plantas y animales que se traen de fuera. Cuando se fuerza la entrada de una especie exótica tiende a comportar un peligro para las especies autóctonas (es decir, locales), y en la mayor parte de los casos pasa a considerarse invasora.

No es un asunto menor. La introducción de especies invasoras es actualmente la segunda causa de pérdida de biodiversidad, según la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN).  La primera es la destrucción del hábitat. “Aunque estas introducciones se vienen produciendo históricamente, es en las dos últimas décadas cuando se han disparado debido al fomento del comercio, que supone el transporte de mercancías desde lejanos países; la autorización de la cría de especies exóticas en nuestro país; la utilización de muchas de estas especies como si de mascotas se tratasen; y la falta de control de actividades como el transporte de aguas de lastre”, reclaman los activistas de Ecologistas en Acción en su web.

Es cierto, sin embargo, que no todas las plantas o animales que vienen de fuera se adaptan mal al entorno. Es el caso, por ejemplo, del olivo (Olea europaea), la viña (Vitis vinífera) o el almendro (Prunus dulcis). Estas especies son exóticas naturalizadas. Plantas que se han hecho a un medio y clima diferente, aunque precisan de más cuidados para su mantenimiento que las nativas.

Algunas invasoras, en el mundo de la flora, son por ejemplo la pita (Agave americana), la mimosa (Acacia dealbata) o el plumero (Cortaderia selloana). Hay muchas otras, pero estas tres están entre las más comunes en España, según los datos que maneja el Ministerio para la Transición Ecológica.

La pita es una planta que viene de México pero hoy se ha extendido por todo el litoral mediterráneo. En el caso de la mimosa, se trata de un árbol australiano que luce flores amarillas en invierno. Se ha empleado sobre todo en parques urbanos, con fines ornamentales, y ahora hay áreas donde su plantación está prohibida. Respecto al plumero, la planta es latinoamericana, pero ha terminado por colonizar ambientes del litoral con clima suave, y ha terminado por acostumbrarse también a las condiciones de las zonas de interior. Es peligrosa, no obstante, pues coloniza viejos cultivos e incrementa el riesgo de incendios.

Las plantas invasoras interfieren con las especies nativas al competir y al producir sustancias alelopáticas, es decir, compuestos bioquímicos que influyen en el crecimiento, reproducción o supervivencia de otros organismos. Su afección a los humanos es importante, puesto que la pérdida de biodiversidad va a ligada a una pérdida no sólo cultural o de patrimonio natural, sino también económica. En concreto, la incidencia de especies invasoras (animales y plantas) en las actividades agrícolas del mundo puede acarrear una pérdida de miles de millones de euros, según un estudio científico publicado en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS).

En Europa, el daño a las economías que pueden provocar las especies invasoras está en torno a los 12.000 millones de euros al año, calcula la Comisión Europea (CE). “Se estima que de las más de 12.000 especies exóticas que se encuentran en el medio ambiente europeo, entre un 10 y un 15 % se han reproducido y propagado provocando daños medioambientales, económicos y sociales”, señala además la CE.

En la lista negra de especies invasoras, reconocida por las autoridades españolas, también se incluyen especies como el jacinto de agua, que sólo en España provoca un gasto anual de 3,4 millones de euros.

Una de las soluciones a las plantas invasoras, además de por supuesto elegir plantar especies autóctonas y no exóticas, es evitar comprar mezclas de semillas, puesto que muchas de éstas contienen especies invasoras. También es importante limpiar bien las botas cuando se viaja, ya que en suelas pueden arrastrar semillas u otros organismos.

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