A lo largo de las colinas de Italia hay dispersos muchos pueblos, algunos de ellos con casi 1.000 años de antigüedad. Por desgracia, muchos de estos pueblos rurales están en mal estado. Los residentes más jóvenes se han marchado, y la economía moderna de Italia ha dejado atrás estos remotos puestos de avanzada. Los habitantes de las zonas rurales se aferran al entorno tradicional y al lento ritmo de vida, pero invertir en las renovaciones y el mantenimiento necesarios puede ser un reto.
Los residentes de muchos de estos pequeños pueblos han encontrado una forma de preservar no sólo sus edificios, sino también su forma de vida. Se llama «hotel disperso», o albergo diffuso en italiano, y el concepto se ha extendido por la Italia rural en las últimas tres décadas. La idea ha funcionado tan bien aquí que se ha extendido a otros lugares de Europa y a lugares tan lejanos como Japón, que recientemente ha visto abrir sus puertas su primer albergo diffuso con certificación oficial.
Tabla de contenidos
¿Qué es exactamente un hotel difuso?
Muchos promotores hoteleros han convertido edificios antiguos en hoteles boutique, y el fenómeno Airbnb ha dado a los propietarios un incentivo financiero para invertir en la renovación y el mantenimiento.
Pero los alberghi diffusi no son hoteles boutique ni el tipo de propiedades que verías en Airbnb. Tampoco puedes compararlos con los alquileres vacacionales. Los hoteles dispersos -al menos los que quieren la designación oficial de alberghi diffusi- tienen que seguir una serie de normas que garantizan la autenticidad y la propiedad independiente. Los «hoteles» consisten en diferentes alojamientos en distintos edificios dispersos por el pueblo. Hay zonas comunes centrales con comedor y otros servicios para los huéspedes, que pueden elegir entre alojamientos en casas de pueblo renovadas, granjas reconvertidas, escuelas, villas, almacenes, graneros o incluso cárceles.
Los huéspedes pueden adaptar su experiencia eligiendo entre un menú de alojamientos diversos. Como los hoteles dispersos se promocionan como un solo hotel, en lugar de diferentes alojamientos en la misma ciudad, el proceso de reserva se simplifica.
Los hoteles dispersos también tienen un efecto de arrastre en la economía local, según The New York Times. Pueden proporcionar puestos de trabajo a los lugareños y un nuevo flujo de clientes para los artesanos y comerciantes del pueblo.
Las directrices son estrictas
Para ser considerado oficialmente un albergo diffuso, un pueblo debe tener alojamientos en edificios originales, y los edificios deben ser propiedad y estar gestionados por particulares, no por un grupo inversor. A diferencia de los alojamientos de la «economía colaborativa», los hoteles dispersos deben ofrecer servicios hoteleros completos, aunque esos servicios pueden ser suministrados por cualquier número de edificios. Además, el desarrollo debe tener lugar en una ciudad existente para protegerse de los desarrollos exclusivamente turísticos que crean pueblos inauténticos únicamente con fines turísticos.
Dado que las habitaciones del hotel están dispersas en medio de los edificios habituales del pueblo, los huéspedes se ven inmersos en la vida del pueblo, en lugar de vivir en un espacio separado. De este modo, la cultura local pasa a formar parte de la identidad de cada albergo diffuso. Otra ventaja es que el contacto con la población local está prácticamente garantizado con este tipo de disposición.
Algunos alberghi diffusi están rodeados de viñedos, mientras que otros están cerca de las playas. Algunos son incluso Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO.
¿Cómo empezaron los hoteles dispersos?
La idea de los hoteles dispersos comenzó a principios de los años 80. El consultor de marketing hotelero Giancarlo Dall’Ara se inspiró en la idea de los hoteles dispersos cuando intentaba reactivar el turismo en un rincón del noreste de Italia dañado por un terremoto en la década de 1970. Dall’Ara sigue participando en el movimiento de los alberghi diffusi como presidente de la Asociación Nacional de Alberghi Diffusi. Esta es la organización que certifica los nuevos hoteles dispersos, y el alcance del grupo se ha extendido más allá de Italia. En 2018, por ejemplo, Dall’Ara viajó a Okayama (Japón) para añadir oficialmente la posada Yakageya a la lista de auténticos hoteles dispersos.
Tener una organización activa que promueva esta opción vacacional única es importante porque los requisitos ayudan a que los lugares auténticos destaquen, incluso en un mar de otras opciones.
Un nicho en crecimiento que no se parece a nada
Al mismo tiempo, los servicios parecidos a los de un hotel y la disposición de los alberghi diffusi para los turistas los diferencian de las nuevas tendencias, como Airbnb. Los servicios de alojamiento de la economía compartida pueden variar mucho, pero las experiencias similares a las de un hotel no son ciertamente la norma. Para la gente que quiere vivir en un barrio real en lugar de en una burbuja turística, Airbnb y sus compañeros suelen ser las únicas opciones.
En este sentido, los alberghi diffusi ofrecen lo mejor de ambos mundos: una auténtica experiencia local en un hotel sin grandes marcas, pero con los servicios de un hotel. Es un acuerdo que beneficia a los turistas y a los aldeanos. Los aldeanos tienen una razón para quedarse e invertir en su pueblo. Pueden obtener ingresos adicionales de su propiedad o de un negocio centrado en el turismo, mientras que los huéspedes pueden experimentar un pueblo auténtico sin prescindir de los servicios del hotel que desean.
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