Trabajas a distancia, mientras tus amigos están parados en el tráfico de camino al trabajo. En lugar de ir en coche al centro comercial -y dar vueltas buscando aparcamiento-, haces tus compras navideñas con unos pocos clics de ratón. Pero no te sientas tan satisfecho. Tu virtual huella de carbono puede ser mayor de lo que crees.
Calcular el impacto medioambiental de tu uso de Internet, el tamaño de tu huella de carbono virtual, debería confirmar que no hay almuerzo gratis. Toda actividad humana, incluso la actualización de tu estado en Facebook, contribuye de alguna manera a la creación de dióxido de carbono (CO2) y otros gases de efecto invernadero.
Navegar por la Red consume una cantidad importante de electricidad. Los centros de datos del mundo – edificios cavernosos llenos de pilas y pilas de servidores repletos de páginas web, archivos descargables, vídeos en streaming – absorben una cantidad tremenda de energía. Los centros de datos de todo el mundo utilizan unos 30.000 millones de vatios de electricidad, lo que equivale aproximadamente a la producción de 30 centrales nucleares, según un artículo del New York Times publicado a principios de este año. Los centros de datos de Estados Unidos representan entre una cuarta y una tercera parte de ese total.
Los ordenadores, iMacs, portátiles, tabletas y demás que se utilizan para navegar por la Red también demandan electricidad.
En conjunto, el uso de Internet es responsable de alrededor del 1 por ciento de las emisiones de CO2 liberadas por la quema de combustibles fósiles, estima Mike Berners-Lee, autor de «¿Qué tan malos son los plátanos? La huella de carbono de todo«.
Los ingenieros de Google, el gigante de las búsquedas en Internet que se ha convertido en un verbo, han hecho números y han determinado que una consulta media utiliza aproximadamente 1 kilojulio (kJ) de energía y emite unos 0,2 gramos de dióxido de carbono. Se necesitan 10.000 búsquedas en Google para igualar las emisiones de CO2 de un viaje de ocho kilómetros en un coche normal. Aunque parezca mucho, la escala de Internet es alucinantemente masiva. Un estudio de 2010 calculó que los 62 billones -así es, trillones– de correos electrónicos de spam enviados cada año generan las emisiones de CO2 equivalentes a las de 1,6 millones de coches que circulan por el mundo.
Así que tenlo en cuenta antes de reenviar las divertidas fotos de gatitos a todos los de tu lista de contactos.