9 Razones para probar a hacer conservas este verano

Desde la reducción de los residuos y el ahorro de dinero hasta la conservación de los productos de temporada, hay muchas razones por las que las conservas tradicionales están volviendo a aparecer.

Conservar, ya sea hacer mermelada de frutas o encurtir verduras, me da mucha satisfacción. Cuanto más hago, más fácil y eficiente se vuelve. Hace poco, mi abuela se lamentaba de que la elaboración de conservas es un arte en extinción, pero yo no estaba de acuerdo y le dije que creo que cada vez más gente está empezando a ver el valor de procesar productos de temporada para disfrutarlos todo el año. He aquí algunas de las razones por las que creo que un número cada vez mayor de personas está incorporando las conservas a sus rutinas de verano.

Tabla de contenidos

1. El enlatado es casi un residuo cero

Puedes reutilizar los mismos tarros de cristal y tapas de rosca año tras año. El único elemento nuevo que se necesita son las tapas a presión, ya que debes tener un sello nuevo y fresco para que los alimentos se conserven correctamente.

2. Las conservas son una forma de preservar los productos locales más frescos

Las frutas y verduras son siempre mejores cuando se consumen en su temporada, y el enlatado te permite conservar ese maravilloso sabor de las fresas de principios de verano y los melocotones de finales de verano para disfrutarlos en pleno invierno. Nada en el supermercado puede compararse.

3. Conservar en casa te permite mantener los aditivos fuera de tu comida

Cuando haces conservas en casa, sabes exactamente lo que entra en esos tarros. La mayoría de las recetas requieren un mínimo de ingredientes: sólo fruta, azúcar y limón para las mermeladas, y vinagre, sal y especias para los encurtidos. No tendrás que preocuparte por el sodio extra o los ingredientes irreconocibles o el BPA de los botes comprados en la tienda.

4. Conservar enseña a los niños de dónde viene su comida

Muchos niños piensan que la comida sólo viene del supermercado. Explícales cómo funcionan las estaciones, y cómo ciertos alimentos crecen y maduran de forma natural en determinadas épocas del año. Llévales a recoger fruta, que es una divertida actividad familiar.

5. Las conservas te ayudan a apoyar a los agricultores locales y a reducir los kilómetros recorridos por los alimentos

Las granjas de fruta de cosecha propia están por todas partes (visita este sitio para encontrar una cerca), pero también puedes comprar grandes cestas de productos directamente a los agricultores. Las cantidades más pequeñas que se venden en las tiendas suelen ser mucho más caras. Comprando y enlatando en casa, reducirás el número total de kilómetros que ha recorrido tu comida para llegar a tu mesa, y su correspondiente huella de carbono.

6. Conservar puede ahorrarte mucho dinero

Compra productos frescos a granel, y pregunta a tu agricultor local si puedes conseguir «segundos» más baratos, que son productos ligeramente magullados, dañados o feos. Al reutilizar cada año los mismos tarros de cristal y las mismas tapas de rosca, tendrás unos costes mínimos asociados a la elaboración de conservas cada año, sin duda menos que si compras los mismos productos en latas o tarros en el supermercado.

7. Conservar significa tener siempre a mano el regalo casero perfecto

A la gente le encantan las conservas, las mermeladas y los encurtidos caseros, lo que los convierte en el regalo perfecto para la anfitriona o para rellenar las medias. Uno de mis regalos de boda favoritos fue una enorme cesta llena de mermeladas, jaleas y chutneys caseros, que disfruté comiendo durante meses después.

8. Hay seguridad alimentaria en las conservas

Hay algo profundamente satisfactorio en almacenar alimentos para su consumo futuro y saber que siempre están ahí. Creo que es una buena idea minimizar la dependencia del mundo corporativo de la alimentación y de la Gran Agricultura. Conservar es una forma de mantenerse fuera de la «red alimentaria» en la medida de lo posible. Además, los tarros no se estropean en caso de un corte de luz inesperado.

9. El acto de enlatar mantiene una tradición milenaria

Sólo en la última generación el enlatado ha caído en desuso. Durante siglos, la gente tenía que conservar sus propios alimentos por necesidad, pero ahora nos hemos vuelto tan dependientes de un sistema alimentario más amplio que el enlatado apenas parece merecer la pena. Sin embargo, es una habilidad que vale la pena conservar.

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