¿Qué es el DDT? Impacto medioambiental y usos actuales

El DDT es un insecticida sintético que pertenece a una clase de productos químicos llamados organoclorados.  También conocido como dicloro-difenil-tricloroetano, es uno de los insecticidas sintéticos más eficaces, aunque controvertidos, que se han desarrollado. Aunque es increíblemente eficaz para controlar los mosquitos, también tiene un impacto medioambiental devastador. En la actualidad, el DDT está prohibido en gran parte del mundo, pero todavía se utiliza para controlar la malaria en algunas zonas en las que los beneficios podrían superar los riesgos.

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¿Qué es el DDT y por qué se prohibió?

El DDT se sintetizó por primera vez en 1874, pero no fue hasta 1939 cuando el científico Paul Müller descubrió su eficacia como insecticida. Müller recibió el Premio Nobel en 1948 por su descubrimiento y el uso del DDT se generalizó bastante. 

El DDT fue utilizado inicialmente por los militares durante la Segunda Guerra Mundial para controlar la malaria, el tifus, los piojos y la peste bubónica. Se rociaba en las paredes interiores de las casas e incluso los soldados lo llevaban en pequeñas latas para su protección personal contra los insectos. Las bombas de aerosol de DDT se convirtieron en una forma fácil de controlar las enfermedades en el campo.

Cartel de propaganda de la Segunda Guerra Mundial de un soldado aplicando repelente de insectos

Después de la guerra, el uso del DDT siguió aumentando. En 1945, el DDT se puso a la venta y se utilizó ampliamente para el control de insectos en la producción agrícola y ganadera, en instituciones, en hogares y en jardines. A principios de la década de 1950, debido a su éxito en la disminución de las poblaciones de mosquitos, la Organización Mundial de la Salud lanzó el Programa Mundial de Erradicación de la Malaria.

El DDT se utilizó tan ampliamente porque era eficaz, relativamente barato de fabricar y duraba mucho tiempo en el medio ambiente. Se calcula que en 2005 se utilizaron 5.000 toneladas métricas de DDT para el control de los vectores de la enfermedad, aunque los niveles actuales de producción y almacenamiento de DDT suelen ser difíciles de rastrear.

Aunque inicialmente el DDT era un insecticida increíblemente eficaz, su uso generalizado condujo rápidamente al desarrollo de resistencia por parte de muchas especies de plagas de insectos. Desde la introducción del DDT para el control de los mosquitos en 1946, se ha informado de la resistencia al DDT en varios niveles por parte de más de 50 especies de mosquitos anofelinos, incluidos muchos que propagan la malaria. Tras décadas de uso, las pruebas de la disminución de los beneficios del pesticida y los presuntos efectos ambientales y toxicológicos se estaban convirtiendo en motivos de preocupación.

Riesgo para los seres humanos

La exposición de los seres humanos al DDT se produce principalmente por inhalación tras la fumigación o por ingestión a través de los alimentos. Una vez en el cuerpo, el DDT se acumula principalmente en el tejido graso y permanece allí durante bastante tiempo. Según un estudio sobre la persistencia del DDT, el DDT tardaría entre 10 y 20 años en desaparecer de un individuo si la exposición cesara totalmente, pero su principal metabolito, el DDE, posiblemente persistiría durante toda la vida del individuo.

Al estar en la cima de la cadena alimentaria, los seres humanos ingieren DDT de los cultivos alimentarios que fueron rociados con él en el campo. Además, el DDT se acumula en la grasa de los peces y mamíferos que también estuvieron expuestos al DDT en el medio ambiente. Ese DDT pasa entonces a la cadena alimentaria.

Esta bioacumulación a largo plazo, como se denomina, significa que, con el tiempo, los niveles de DDT son más altos en los seres humanos y en los animales depredadores de mayor tamaño, especialmente en las aves carnívoras como las águilas, los halcones, los cóndores, etc.  

Máquina de nebulización de DDT

Aunque la EPA clasifica el DDT como un carcinógeno de clase B; esta clasificación se debe principalmente a los estudios en animales y no a los estudios en humanos. Según la Agencia de Protección Medioambiental, los carcinógenos de clase B son aquellos que muestran alguna evidencia de que causan cáncer en los seres humanos, pero en la actualidad está lejos de ser concluyente.

Actualmente no hay pruebas en humanos de que el DDT cause cáncer o problemas reproductivos; sin embargo, los trabajadores expuestos a grandes concentraciones durante su aplicación han informado de diversos efectos neurológicos. Se han notificado efectos secundarios de la exposición al DDT, como vómitos, temblores o sacudidas y convulsiones.

Impacto medioambiental del DDT

La persistencia del DDT en el medio ambiente, una de sus propiedades insecticidas más útiles, fue también una de las más preocupantes en cuanto a su impacto medioambiental.  

Los científicos empezaron a expresar su preocupación por los efectos medioambientales del DDT ya en la década de 1940; sin embargo, no fue hasta que Rachel Carson escribió el libro «Primavera silenciosa» en 1962 cuando empezó a crecer la preocupación pública generalizada. 

En su libro, Carson detalló cómo una sola gota de DDT aplicada a los cultivos persistía durante semanas y meses, incluso después de una lluvia. Y como insecticida, era increíblemente eficaz, ya que no sólo mataba a los mosquitos, sino también a una gran cantidad de otros insectos. Considerado un insecticida general, el DDT mata desde escarabajos y piojos hasta pulgas y moscas domésticas.  Para las aves que se alimentan de insectos, esto supone un problema importante. «Primavera silenciosa» detalló la reducción de algunas poblaciones de aves cantoras como posible resultado del uso generalizado de insecticidas. 

Águila calva, anidando

Además, la acumulación a largo plazo de DDT en aves carnívoras como el águila calva provocó también complicaciones reproductivas. Las altas concentraciones de DDT en estas aves provocaron el adelgazamiento de sus cáscaras de huevo y el fracaso de la reproducción. Como resultado directo del adelgazamiento de la cáscara de los huevos, éstos se rompían con facilidad, lo que provocó un importante descenso de la población. El trabajo realizado por Carson para poner de manifiesto los peligros del DDT se considera a menudo el inicio del movimiento ecologista moderno.

A medida que crecía la preocupación del público, numerosas organizaciones ecologistas se unieron a la lucha. En 1967, el Fondo de Defensa del Medio Ambiente, la Sociedad Nacional Audubon, la Federación Nacional de la Vida Salvaje, la Liga Izaak Walton y otros grupos ecologistas se unieron al movimiento para restringir el uso del DDT mediante acciones legales tanto a nivel local como federal. Debido al inicio de numerosos procesos judiciales sobre el uso del DDT, el 21 de octubre de 1972 se promulgó la Ley Federal de Control de Plaguicidas en el Medio Ambiente.

Como resultado de la creciente preocupación por el medio ambiente, numerosos países de todo el mundo se unieron en el marco del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente para restringir el uso de una amplia selección de contaminantes orgánicos persistentes (COP), grupo en el que se incluye el DDT. Este tratado se conoce como Convenio de Estocolmo sobre los COP, que sólo permitía el uso del DDT para controlar la malaria.

Usos actuales

Mucha gente asume erróneamente que el DDT ya no se utiliza. Sin embargo, el Convenio de Estocolmo sobre los COP no prohibió su uso por completo.

Actualmente, numerosos países de todo el mundo, desde África hasta China, utilizan el DDT para combatir la malaria o se han reservado el derecho a hacerlo en el futuro. 

El uso del DDT sigue siendo un tema controvertido incluso hoy en día. La malaria es un riesgo importante para la salud humana en muchas zonas del mundo. Mientras que algunas zonas han tenido buenos resultados en el control de las poblaciones de mosquitos con otros insecticidas, otras no han tenido éxito. 

El DDT y la malaria

La malaria es una enfermedad grave y a veces mortal causada por mosquitos infectados por parásitos cuando se alimentan de seres humanos. Según los Centros para el Control de Enfermedades, en 2020 se produjeron unos 241 millones de casos de paludismo en todo el mundo y murieron 627.000 personas, la mayoría niños en la región africana.

Aunque el paludismo se encuentra en muchos países, se diagnostica con mayor frecuencia en el África subsahariana y en el sur de Asia.

Muchos países en los que el paludismo es frecuente han cambiado el DDT por otros insecticidas, sin embargo, no todos estos intentos han tenido éxito. En las zonas en las que el paludismo no se ve afectado por otros insecticidas, el DDT puede ser la única forma de controlar las poblaciones de mosquitos y reducir las muertes por paludismo. 

El coste, la facilidad de uso, las especies de mosquitos y la resistencia química influyen en la decisión de un país sobre qué insecticida elegir, sin embargo, el factor final es si el producto elegido funciona o no para reducir la enfermedad. 

Una de las preocupaciones sobre el uso del DDT en ciertas zonas del mundo es que ningún país existe de forma aislada. Cuando se rocía en el exterior, el DDT no permanece en una zona localizada. Se han recuperado rastros de DDT en el polvo que se sabe que ha derivado más de 600 millas y en el agua derretida de la nieve antártica. Desde el suelo en el que crecen tus alimentos hasta la lluvia que cae en tu patio trasero, el DDT sigue siendo detectable hoy en día en cantidades microscópicas.

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