Como creador primario, la Naturaleza podría considerarse el artista más poderoso e influyente del mundo. Y en la confluencia del arte y la naturaleza se encuentran los artistas medioambientales, que a menudo se equilibran en un borde intermedio, buscando y sintetizando nuevas formas creativas e inimaginables de redefinir nuestra relación con la naturaleza. Trabajando con una amplia gama de materiales -que van desde lo crudo, lo encontrado, hasta lo desechado-, el arte medioambiental puede ser evocador, provocador o sublime, y a menudo comunica un mensaje urgente. De entre las decenas de artistas medioambientales con talento que existen, hemos reunido a algunos de los mejores y a un par de artistas emergentes: sigue leyendo y siéntete libre de añadir algo a la lista.
1. Andy Goldsworthy: Arte medioambiental en bruto
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Probablemente uno de los artistas medioambientales más conocidos, el británico Andy Goldsworthy es famoso por sus obras efímeras y específicas para cada lugar, en las que emplea flores de colores, hojas, barro, ramitas, nieve, carámbanos y piedras. Suele utilizar las manos desnudas, los dientes e incluso la saliva para preparar y montar sus piezas. Algunas de sus piezas artísticas, como las que aparecen en el vídeo Ríos y Mareas, están diseñadas para descomponerse o desaparecer con el flujo y reflujo de la naturaleza. Goldsworthy caracteriza su arte de esta manera «El movimiento, el cambio, la luz, el crecimiento y la decadencia son la sangre vital de la naturaleza, las energías que intento aprovechar a través de mi obra».
2. El artista-naturalista Nils-Udo: Utopías potenciales
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El artista bávaro Nils-Udo lleva más de tres décadas trabajando directamente con la naturaleza. Sus piezas líricas -o lo que él llama «utopías potenciales» de nidos gigantes, paisajes forestales nebulosos- tienen un aire de misterio y de juego. Como respuesta al paisaje circundante, las piezas utilizan materiales encontrados localmente, desde bayas, hojas y palos, hasta el movimiento del agua y el crecimiento de las plantas.
Sin embargo, Nils-Udo reconoce el carácter paradójico de su obra, diciendo que:
Aunque trabaje en paralelo a la naturaleza y sólo intervenga con el mayor cuidado posible, sigue existiendo una contradicción interna básica. Es una contradicción que subyace en toda mi obra, que no puede escapar a la fatalidad inherente a nuestra existencia. Daña lo que toca: la virginidad de la naturaleza… Para realizar lo que es posible y está latente en la Naturaleza, para realizar literalmente lo que nunca ha existido, la utopía se convierte en realidad. Basta con una segunda vida. El acontecimiento ha tenido lugar. Yo sólo lo he animado y lo he hecho visible.