Los bosques urbanos conectan personas y naturaleza

La infraestructura verde y la creación de bosques urbanos, es cada vez una apuesta más habitual para los gobiernos municipales. Desde Bangkok (Tailandia) hasta Lima (Perú), pasando por las urbes de Arizona (EE.UU.) o Vitoria-Gasteiz (España), las ciudades han visto en el verde una oportunidad de mejorar el bienestar de su población, así como de mitigar el cambio climático y de garantizar la resiliencia frente a sus efectos.

Así lo pone de manifiesto un reciente informe de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), que ha recogido “historias inspiradoras desde todo el mundo” sobre renaturalización urbana como, además de los casos citados en el primer párrafo, el de Pekín (China), Nairobi (Kenia), Halifax (Canada), Singapur, Niterói (Brasil), Liubliana (Eslovenia), Fuzhou (China), Filadelfia (EE.UU.), Bruselas (Bélgica), Melbourne (Australia) y Vancouver (Canadá).

“Cuando se planifica apropiadamente, las infraestructuras verdes pueden resultar más baratas de establecer y mantener que las soluciones de ingeniería (de cemento, asfalto y acero) y a la vez que pueden desempeñar funciones similares, generando ingresos y empleo e incrementando la calidad del entorno urbano”, asegura la FAO.

Los ejemplos de “buenas prácticas” incluidos en la selección responden a características muy diferentes. Algunos, como en el caso de Vitoria-Gasteiz, son programas que han precisado décadas hasta conseguir dar frutos. Otros tampoco son perfectos; mientras que son ejemplo a seguir en algunos aspectos, todavía presentan algunas carencias que se materializan, por ejemplo, en la falta de participación ciudadana, como es el caso de Nairobi, o en la dificultad para implantar el modelo urbano verde en los suburbios periféricos de la ciudad, como ocurre en Melbourne.

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La huella ambiental de las ciudades

La FAO recuerda en su informe que las zonas urbanas, que aglutinan aproximadamente a la mitad de la población mundial, son responsables de más del 70 % de las emisiones globales de gases de efecto invernadero -causantes del cambio climático- y de dos tercios del consumo de la energía del planeta. Por ello, recalca que las ciudades son actores “clave” en el desarrollo sostenible.

Los casos probados en la aplicación de  soluciones verdes al ámbito urbano “demuestran cómo los árboles y los espacios verdes pueden aportar beneficios tangibles e intangibles, así como valores que mejoran la calidad de vida, seguridad y salud de las ciudades”, concluye este organismo.

Beneficios de los bosques urbanos

En concreto, el documento destaca el ejemplo de gobernanza multinivel y multiactor de las políticas aplicadas en Nairobi, Bangkok, Halifax y Niterói, pues éstas han incluido a los “accionistas” en la planificación, diseño y mantenimiento de los bosques urbanos, de forma que se garantizan unos principios de equidad y se reduce la brecha de riqueza. La historia de Lima, por su parte, enseña que la participación ciudadana y la transparencia en el debate público llevan a la adopción de estrategias innovadoras en cuanto a la gestión de entornos urbanos.

Después de El Cairo (Egipto), Lima es la segunda ciudad desértica más poblada del mundo. Se trata además de un área susceptible de sufrir terremotos, y las fuertes lluvias -más impredecibles gracias al calentamiento global- también amenazan con destruir el terreno en cualquier momento. Teniendo en cuenta que al menos un millón de personas en la periferia de Lima vive en casas construidas sobre colinas áridas, existe un alto riesgo de que las catástrofes naturales sean notables. Por ello, el gobierno municipal de la capital de Perú decidió desarrollar un programa para reforestar las montañas de la ciudad, de forma que los árboles fijasen el suelo y se redujera la posibilidad de derrumbamientos de tierra.

Conexión personas-naturaleza

Otros beneficios ambientales que la gestión de bosques en zonas urbanas y periurbanas ha acarreado es atrapar el carbono, devolver la biodiversidad a los municipios y por ende recuperar la conexión de las personas con la naturaleza, o aclimatar la ciudad de acuerdo a las nuevas necesidades ligadas al cambio climático, como son las temperaturas extremas, entre otras.

Todo ello deriva también en ventajas económicas. Por ejemplo, se estima que los 3,16 millones de árboles plantados en Phoenix (EE.UU.) aportan un beneficio anual de más de 40 millones de dólares estadounidenses.

La gestión eficaz del Kaura Forest, en Kenia, consiguió convertir lo que en su día era un foco de delincuencia y crimen en un activo valioso para la economía local. El bosque ha pasado de no conseguir atraer a ningún visitante en 2009 a tener una media de 16.000 visitas mensuales, el 70% de las cuales son de ciudadanos kenianos.

En paralelo están los efectos sobre el empleo. Por ejemplo, en Niterói (Brasil), un programa eco-social contratará a 400 jóvenes para reforestar 100 hectáreas y mantener los parques. Otras ciudades ya están siguiendo el ejemplo. Tras someterlo a consulta pública, el municipio de Moreland, en el área metropolitana de Melbourne, ha decidido duplicar su financiación pública para reforestación urbana.

Vídeo Bosques y ciudades FAO.

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