La Dra. María Montessori, fundadora del movimiento Montessori, no era educadora de profesión: era pediatra y psiquiatra en la Universidad de Roma. Tras estudiar a un grupo de adolescentes con problemas de aprendizaje y el modo en que eran capaces de aprender con éxito en un entorno diseñado sólo para ellos, Montessori quiso experimentar también con niños de escuelas públicas convencionales.
Como el Ministerio de Educación italiano no aceptó la idea, Montessori decidió en 1907 abrir una guardería para niños de clase trabajadora en un barrio de bajos ingresos de Roma. Las edades de los niños oscilaban entre los 2 y los 5 años, y aunque parecían un grupo bastante revoltoso y agresivo cuando se abrieron las puertas de la escuela, pronto florecieron bajo la tutela de Montessori. (Aunque si ella estuviera hoy aquí y leyera este artículo, probablemente diría que lo hicieron por su cuenta). Les proporcionó manipuladores prácticos, basados en el lenguaje y las matemáticas, que desarrolló basándose en los intereses de los niños, y les enseñó habilidades de autocuidado diarias que ayudaron a fomentar su independencia.
Citando a Montessori: «… La educación no es algo que haga el maestro, sino que es un proceso natural que se desarrolla espontáneamente en el ser humano. No se adquiere escuchando palabras, sino en virtud de experiencias en las que el niño actúa sobre su entorno. La tarea del maestro no es hablar, sino preparar y organizar una serie de motivos para la actividad cultural en un entorno especial hecho para el niño«.
El método Montessori no tardó en ganar popularidad, y en pocos años surgieron escuelas en muchos continentes. En Estados Unidos, el movimiento se desvaneció en gran medida en la década de 1920, tras la Primera Guerra Mundial y las críticas al modelo por parte de algunos líderes educativos influyentes.
Pero en las últimas décadas, Montessori y su enfoque del aprendizaje centrado en el niño han visto resurgir su popularidad. Además, estudios que han demostrado que los alumnos de una escuela Montessori tienen un nivel académico más alto que sus compañeros de una escuela tradicional.
Decidirte por Montessori tiene mucho que ver con tu hijo, así como con la escuela específica a la que asistirá. Cada escuela Montessori interpreta el modelo de aprendizaje Montessori a su manera, y cada aula Montessori puede diferir, según la composición de los alumnos, la formación, experiencia y personalidad de los profesores, y los recursos que utilizan para aplicar el plan de estudios.
Algunos críticos también se preocupan por la capacidad de un niño para pasar a un entorno escolar tradicional y competitivo, ya que la mayoría de las escuelas Montessori se centran en los primeros años de vida del niño, hasta el jardín de infancia o el primer curso, y no hay calificaciones ni exámenes. A otros les preocupa la socialización del niño, ya que se hace hincapié en el descubrimiento individual.
Además, es importante conocer a tu hijo y saber qué entorno le conviene más. Si estás considerando una escuela Montessori frente a una tradicional para tu hijo, investiga, tanto en persona como en línea. Consulta este sitio web, un valioso recurso Montessori, y visita las escuelas que estés considerando. Asiste a una clase una o varias veces, y habla con padres que hayan enviado a las dos escuelas que estás considerando. La educación de tu hijo es el regalo más importante que le harás, así que elige bien.