A día de hoy existen numerosas corrientes (de tipo filosófico, como forma de expresividad en el arte, en el interiorismo,…etc) que promueven el minimalismo.
Podría decirse que aunque durante los últimos años éste ha ido cobrando cada vez más fuerza en diferentes ámbitos (hoteles, bares, restaurantes, parques, museos…etc) dentro de nuestros hogares es aún una asignatura pendiente de aprobar.
Si bien puede entenderse como una alternativa que ha surgido para dar respuesta al consumismo que nos rodea y al bombardeo de información que nos llega desde múltiples canales; también muchas empresas lo han abanderado como un nuevo producto de venta.
La venta y compra de “espacios zen, donde nos podemos relajar” es una de las últimas modas que podemos encontrar para paliar el estrés diarios al que nos vemos sometidos cada día.
Pero, hasta ahora, todo lo que hemos hablado del minimalismo, hace alusión a aspectos superficiales. El minimalismo en realidad va mucho más allá. Empecemos por explicarlo.
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¿Qué es el minimalismo?
El minimalismo prioriza y defiende el espacio físico y mental frente al espacio ocupado por los objetos materiales. Se refiere a cualquier objeto que haya sido liberado de elementos sobrantes u ornamentales para quedar reducido solo a su superficie básica o a su esencia.
Las personas minimalistas conciben sus necesidades reduciéndolas a lo esencial. Es decir, viven identificando qué es lo verdaderamente importante para ellas y quitando lo superfluo de acuerdo a ello. Un concepto cuyo significado cambia mucho de una persona a otra.
El problema en este aspecto, es que tendemos a otorgar demasiado significado a las cosas y nos olvidamos de cuidar nuestra salud, relaciones, pasiones y crecimiento personal sólo para acumular posesiones que no son realmente importantes.
El minimalismo te permite tomar decisiones de manera consciente sabiendo si son importantes para ti o no, y su verdadero coste.
Según Fumio Sasaki tener muchas cosas es un lío y hace que la vida sea más complicada. La felicidad no está realmente en las experiencias sino en el significado que les damos. Es algo que proviene de nosotros y que reflejamos. Una interdependencia entre nuestra mente y nuestro entorno.
El minimalismo, quita las cosas físicas que no son esenciales, consigue que nos deshagamos de una mentalidad que valora el atractivo de las personas según las posesiones que tienen y nos libera de las comparaciones cuando deseamos tener objetos.
Intentar comprar la felicidad sólo nos hace felices por un rato. Y es que es muy probable que, tener muchas cosas y desear tener otras, sea un obstáculo para encontrar la verdadera felicidad.
Aplica el tiempo como medida de valor
Eliminar lo que no te importa es importante, valga la redundancia. ¿Pero por qué? Para empezar, tener más no es mejor. Cada cosa que poseas representa una responsabilidad e inversión de tu tiempo para mantenerla.
La diferencia entre los minimalistas y las personas que no lo son, consiste en que los primeros tienen claro que de todo lo que llena su vida tiene un precio directo sobre su libertad y su tiempo. Y prefieren invertir en experiencias antes que en posesiones.
Toma el control sobre cuánto ‘quieres’ tener y no acumules objetos “por si acaso algún día los necesitas”. Son perfectamente sustituibles y en el presente pierden valor cuanto más tiempo están acumulándose.
Si necesitas algo, cómpralo y úsalo. Y cuando ya no lo uses, véndelo antes de que pierda demasiado valor.
7 pasos para identificar lo esencial
Dona, regala o vende cosas solo cuando sientas libertad; no pérdida.
- Haz una lista de todas tus posesiones. Te darás cuenta de lo larga que es. Aunque te resulte arduo, una vez la hayas finalizado, tendrás una visión real de todo lo que posees, te aportará un control sobre lo que te rodea y comenzarás a elegir tus posesiones fijándote antes en su utilidad que en la cantidad.
- Mira tu lista de cosas cuando te vas de viaje y pon especial atención lo que no extrañes cuando estés de vacaciones.
- Elimina las cosas que nunca uses y que estén ocultas en baúles, trasteros o desvanes. Aunque sean cosas de valor o difíciles de vender, si te generan arrepentimiento por no haberlas usado nunca o por haberlas comprado tíralas.
- Identifica tus útiles más recurrentes. Pon una maleta abierta y durante las próximas dos semanas cada cosa que extrañes, necesites o uses más de 2 veces, ponla en la maleta.
- Examínalo todo. Coge cada cosa y reflexiona sobre lo que la usas, antes de ponerla en la caja con el nombre “se queda” o “se va”. Pregúntate si los has utilizado en los últimos meses o si te gusta utilizarlo. Si la respuesta es “Sí” colócalo dentro de la caja “se queda”, si es “No” ponlo en la caja “se va”. Si tienes objetos parecidos que cumplen la misma función elige solo uno para que se quede.
- Vende todas las cosas que no quieras en tu entorno directo o en Internet. Si en un tiempo prudencial no lo compra nadie, ve a tiendas de compraventa de segunda mano como CashConverter.
- Aplica el principio “entra uno – sale uno”. Esta estrategia te ayudará a mantener tu número de pertenencias controladas. Cuando compres algo nuevo o aceptes un regalo, comprométete a tirar, vender o donar algo parecido a lo que ya tienes. Además, si entiendes las compras como un cambio en vez de como una acumulación, a no ser que se te estropee algún objeto, siempre buscarás una alternativa de más calidad.
Lo importante es que encuentres tu estilo minimalista y definas tu propósito para simplificar las cosas. ¿Para qué querrías simplificar tu vida? ¿Alguna vez te lo has preguntado?