8 datos sorprendentes sobre el espeluznante Aye-Aye

Los aye-ayes son unos peculiares lémures de dedos largos, posiblemente simpáticos, que viven en el único lugar en el que viven los lémures, en la isla africana de Madagascar. Se les reconoce por su cola grande y tupida, sus ojos y orejas igualmente grandes y sus dientes parecidos a los de un roedor. Tienen dedos largos y delgados que les ayudan a agarrarse a los árboles donde viven. Los lugareños los ven como una maldición, pero para los científicos son una maravilla anatómica que merece la pena recuperar de un estado en peligro de extinción. He aquí algunas cosas que quizá no sepas sobre la esquiva criatura malgache.

Tabla de contenidos

1. Los ayes son el primate nocturno más grande del mundo

Aye-aye posado en la rama de un árbol

Aunque comparten orden con criaturas tan grandes como los gorilas y los orangutanes, los aye-ayes son los primates más grandes de la variedad nocturna. Un adulto medio llega a medir un metro y medio de largo y a pesar alrededor de 1,5 kilos. Sólo su cola puede alcanzar la friolera de 2 pies, más larga que su cuerpo. Otros primates nocturnos son los monos nocturnos, los galagos, los loris y los tarseros.

2. Están emparentados con los humanos

Aunque parecen diferir mucho de los humanos en sus rasgos físicos -con las enormes orejas, las colas tupidas y todo eso- los aye-ayes están clasificados en el mismo orden que los humanos. Son un primo de aspecto muy extraño del lémur de cola anillada, quizá más familiar, que (como todos los primates) comparte aproximadamente 93 por ciento de su ADN con los humanos. Sin embargo, los científicos dicen que el aye-aye ha evolucionado hasta parecerse más a las ardillas.

3. Son los únicos primates que utilizan la ecolocalización

Aye-aye en un árbol

La ecolocalización es la capacidad de localizar un objeto escuchando las ondas sonoras que rebotan en él. El aye-aye utiliza este método para localizar larvas de insectos dentro de las ramas y los troncos de los árboles. Golpea el árbol con sus delgados dedos, luego arranca la corteza y utiliza su alargado dedo corazón para pescar la comida, un comportamiento llamado búsqueda de alimentos por percusión. El aye-aye es el único primate que utiliza la ecolocalización.

4. Los aye-ayes son criaturas solitarias

Los animales nocturnos suelen llevar una vida solitaria, y el aye-aye no es una excepción. Según la Asociación Americana para el Avance de la Ciencia (AAAS), pasan los días durmiendo y las noches buscando comida, y rara vez se relacionan con otras criaturas. Aunque se les ha visto forrajeando en parejas, no se les ha observado acicalándose unos a otros como otros primates, y sus territorios apenas se solapan, excepto cuando los machos se adentran en el dominio de una hembra.

5. Los científicos pensaron una vez que eran roedores

Aye-aye en un árbol de noche

Los investigadores tardaron en situar al aye-aye en el orden de los Primates. Antes de eso, los dientes incisivos en continuo crecimiento del bicho -característicos de los roedores- justificaban su anterior posición en el orden Rodentia, que compartía con castores, ardillas, ratas almizcleras, puercoespines, perros de las praderas y marmotas. Desde entonces, se ha descubierto que los rasgos del aye-aye son tan diferentes de los de los roedores y los lémures que la especie se encuentra ahora en una familia y un género propios.

6. Tienen «pseudopulgares»

Según un informe de 2019 publicado en la revista American Journal of Physical Anthropology, los aye-ayes tienen un dígito extra que podría ayudarles a agarrar objetos y a asir ramas. Estos «pseudodedos», como se les ha llamado, están metidos cerca de cada muñeca y contienen hueso, cartílago y tres músculos distintos que los mueven, así como sus propias huellas dactilares. El autor principal y profesor asociado de ciencias biológicas, Adam Hartstone-Rose, calificó la mano del aye-aye como «la mano más loca de cualquier primate», señalando que sus dedos parecen casi arañas cuando se mueven por los árboles.

7. Los lugareños piensan que son malvados

Los lugareños creen que los aye-ayes son espíritus malignos

Para algunos, la visión de un aye-aye de ojos grandes -colgado de un árbol de la selva con su dedo esquelético, por la noche- es suficiente para asustar a alguien. No es de extrañar que se piense que dan mala suerte. El pueblo malgache los ha considerado durante mucho tiempo como malos presagios, invocadores del mal, y los inocentes aye-ayes suelen ser asesinados también por su desfavorable reputación.

8. Los aye-ayes tienen problemas

La caza es parte de la razón por la que la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza y los Recursos Naturales (UICN) incluye a los aye-ayes en la lista de especies en peligro de extinción. De hecho, hace menos de 100 años, los bichos se consideraban extinguidos. Se convirtieron en un objetivo clave para los conservacionistas cuando se redescubrieron en los años 50, pero debido a la frecuente matanza de aye-ayes (para proteger los cultivos y defenderse de los que se cree que son «espíritus malignos») y a la destrucción masiva de los bosques de Madagascar, pasaron a la categoría de especies en peligro de extinción en 2014.

Salvemos a los aye-ayes

  • Apoya los esfuerzos de investigación y conservación que lleva a cabo el Centro de Lémures de Duke en Carolina del Norte haciendo un donativo.
  • Haz un donativo o adopta un animal del Durrell Wildlife Conservation Trust, cuyo Centro Internacional de Formación dota a los estudiantes malgaches de las herramientas necesarias para proteger a los aye-ayes y a otras especies en peligro de extinción en su país.
  • Desafía el estigma asociado a los aye-ayes educando a la gente sobre su importante papel en el ecosistema.

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