Cómo mantener el frigorífico limpio y organizado

Ahorra tiempo, dinero y comida adoptando un enfoque estructurado

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El frigorífico moderno es un invento maravilloso, y estoy muy contenta de tenerlo, pero ha habido momentos en los que lo consideraba un monstruo voraz que se tragaba mis sobras. La comida solía desaparecer regularmente en el vientre de mi frigorífico y no la volvía a ver hasta que algo (un mal olor, un derrame inoportuno o una pura congestión) me impulsaba a hacer una purga. Para entonces apenas era reconocible, cubierta de una fina capa de moho difuso o arrugada hasta una fracción de su tamaño anterior.

Con los años he aprendido que, para evitar este triste destino, hay que mantener el frigorífico limpio y organizado. Esto no es tan difícil como parece, una vez que se establecen algunas estrategias y se cumplen rigurosamente. Un excelente artículo del New York Times repasa algunas tácticas básicas de organización del frigorífico, algunas de las cuales me gustaría compartir aquí, junto con mis propias sugerencias.

Tabla de contenidos

1. Piensa en la longevidad y organiza en consecuencia.

Los ingredientes duran distintos periodos de tiempo, dependiendo de lo que sean. Los condimentos tienen mucha sal y vinagre, conservantes naturales que los hacen adecuados para los estantes de la puerta, que son la parte más caliente del frigorífico. Los ingredientes que caducan rápidamente, como los lácteos y la carne, deben guardarse en la parte inferior, más cerca de la parte trasera del frigorífico, donde hace más frío.

2. Piensa en la contaminación cruzada.

Si comes carne cruda, debes mantenerla separada de todo lo demás. La norma en los restaurantes es guardarla en la parte inferior para que, si hay una fuga, no se contamine nada de lo que hay debajo. También puedes destinar uno de los cajones de la nevera a la carne, para mantenerla contenida. Limpia regularmente.

3. Mantente al tanto de las sobras.

El artículo del NY Times utiliza la frase «FIFO: primero en entrar, primero en salir». La comida recién empaquetada debe ir en la parte de atrás y los alimentos que deben consumirse antes pasan a la parte delantera. Guárdala en recipientes de cristal si es posible, para que puedas ver lo que hay, o etiquétala con cinta de pintor y un Sharpie. Es importante tener una rutina para comer las sobras, es decir, que te las lleves para comer al día siguiente o que tengas una noche de sobras una o dos veces por semana para cenar.

4. Utiliza soluciones de almacenamiento para mantener las cosas organizadas.

Los expertos en organización recomiendan las cestas, las cajas transparentes, las bandejas y los lazy Susans para mantener los ingredientes acorralados en un lugar y de fácil acceso. Los recipientes transparentes y poco profundos suelen ser los mejores porque no bloquean la vista. A mí me gusta utilizar tarros de albañilería siempre que sea posible.

5. Piensa en tu propio estilo de cocina.

Todo el mundo tiene sus ingredientes favoritos que se utilizan con más frecuencia que otros. Haz que estén al alcance de la mano para ahorrar tiempo de búsqueda y minimizar la cantidad de tiempo que las puertas de la nevera están abiertas. Por ejemplo, yo utilizo muchos tomates en conserva para cocinar, así que siempre guardo las porciones que no se utilizan en un lugar destacado para que sea fácil recordarlas para la siguiente receta. También uso muchas hierbas, así que las guardo en la parte superior del cajón de las verduras o en tarros de agua en la parte delantera. Mi familia guarda la leche en la puerta sólo porque los niños la beben muy rápido y necesitan poder alcanzarla con el mínimo riesgo de derramarla.

6. Etiqueta todo.

Esto es especialmente importante en el congelador, donde los alimentos se vuelven irreconocibles en muy poco tiempo. Ya he mencionado el método de la cinta de pintor y el Sharpie, pero el artículo del NYT tiene una idea aún más extrema (e inteligente): mantener una pizarra blanca en la pared. Marguerite Preston escribe,

«Podemos llevar la cuenta de lo que tenemos sin abrir la puerta. Hacemos una lista de todo lo que hay en el congelador que hay que comer, desde gofres congelados hasta filetes de salmón, y consultamos la lista cuando planeamos la cena o escribimos la lista de la compra (que vive en la otra mitad de la pizarra blanca).»

7. Haz mini-limpiezas.

No dejes que la nevera se descontrole. Cada vez que un estante o un cajón esté casi vacío, o antes de hacer la compra semanal, coge un paño enjabonado y dale un repaso rápido antes de volver a llenarlo. Limpia el desorden siempre que se produzca, y retira siempre la comida que no se vaya a comer. No dejes que tu frigorífico se convierta en un cementerio de alimentos. Un poco de esfuerzo diario reducirá el número de purgas completas de la nevera que tienes que hacer.

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