Mi vecina está empezando a poner en marcha su huerto, y el domingo sacó varias berenjenas. Me regaló dos berenjenas de buen tamaño, pero no las iba a utilizar esta semana, así que decidí empanarlas, freírlas y congelarlas para utilizarlas en una berenjena a la parmesana más adelante.
Otra opción habría sido hacer una sopa de berenjenas asadas y congelarla, pero decidí optar por las berenjenas fritas. Si tienes espacio en el congelador, aquí tienes cómo conservar algunas de las berenjenas de final de temporada para utilizarlas en los próximos meses.
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Empanar la berenjena
Corta la berenjena al grosor que desees. Yo opté por rodajas de medio centímetro de grosor. Sálalas por ambos lados y déjalas sudar para que pierdan parte de su humedad durante una media hora. Yo he colocado dos rejillas de enfriamiento encima de una bandeja de horno para recoger el agua que gotea.
Prepara una estación de empanado con un bol de harina (yo usé 3/4 de taza), huevos batidos (usé 2 huevos más 2 cucharadas de agua) y pan rallado (usé 2 tazas de pan rallado Panko sazonado con 1 cucharadita de sal). Esto fue la cantidad justa para mis dos berenjenas medianas cortadas en 17 rodajas de media pulgada. Tendrás que ajustar la cantidad de harina, huevos y pan rallado según el número de rodajas que tengas.
Pasa cada rodaja de berenjena por la harina primero y cúbrela por ambos lados. A continuación, sumerge la rodaja en el huevo, cubriéndola por completo. Por último, pasa la rodaja por el pan rallado. Pásala a un plato.
Coloca en el frigorífico
Coloca las rodajas de berenjena empanadas en el frigorífico durante al menos una hora para ayudar a fijar el pan rallado antes de freírlas. Me parece que cuando empano y frío inmediatamente, pierdo parte del empanado, pero si dejo que el empanado se fije en la nevera, se pega más a lo que voy a freír. Utilicé las fundas parecidas al papel de cera del interior de las cajas de cereales y otros alimentos para colocarlas entre cada capa de berenjena antes de meter todo el plato en el frigorífico.
Hora de freír
Calienta un aceite con un punto de humeo alto (yo usé canola), en una sartén o sartén eléctrica a 375 grados F. Me gusta usar mi sartén eléctrica porque puedo controlar la temperatura fácilmente. Si tienes una freidora, también puedes usarla. Fríe cada rodaja de berenjena empanada hasta que esté dorada y crujiente por cada lado. No te preocupes por cocinar las rodajas hasta el final si las vas a utilizar para hacer berenjenas a la parmesana. Querrás que estén firmes por dentro para que no se conviertan en papilla cuando hornees el plato.
Mételos en el congelador
Coloca las berenjenas fritas en una bandeja para hornear, y mételas en el congelador durante dos horas para que cada rodaja se congele.
Una vez congelada la berenjena frita, puedes pasarla a un recipiente apto para el congelador. Se conservará durante unos tres o cuatro meses. Si congelas primero las rodajas individualmente, podrás sacar todas las que necesites a la vez.