CO2 101: ¿Por qué es malo el dióxido de carbono?

Oímos hablar mucho del dióxido de carbono cuando hablamos de cambio climático, pero a veces es importante volver atrás y examinar por qué demasiado CO2 en la atmósfera es algo malo.

Tipos de gases de efecto invernadero y su función

El CO2 -un gas natural que también se emite en grandes cantidades por la actividad humana- es uno de los varios gases de efecto invernadero de nuestra atmósfera. Otros gases de efecto invernadero son el vapor de agua, el metano, el ozono, el óxido nitroso y los halocarbonos. Para entender el impacto de estos gases, empezamos por el sol, que envía la radiación solar en forma de luz a la Tierra. La atmósfera desvía parte de esta radiación, mientras que el resto golpea la superficie planetaria y calienta la tierra y los océanos. La Tierra irradia entonces su propio calor hacia arriba en forma de rayos infrarrojos. Algunos de esos rayos escapan de la atmósfera, mientras que otros son absorbidos y luego reemitidos por los gases atmosféricos. Estos gases -los gases de efecto invernadero- contribuyen a mantener la temperatura normal del planeta.

Las actividades humanas y la influencia en el clima

Durante millones de años, la producción de gases de efecto invernadero estuvo regulada por los sistemas naturales del planeta. Los gases se absorbían y emitían a un ritmo bastante constante. Las temperaturas, mientras tanto, se mantenían a un nivel que permitía la vida en todo el mundo. La Agencia de Protección Medioambiental lo caracteriza como «un acto de equilibrio».

Los humanos cambiaron el acto de equilibrio a partir de la segunda mitad del siglo XVIII, al comienzo de la Revolución Industrial. Desde entonces hemos ido añadiendo gases de efecto invernadero, principalmente CO2, a la atmósfera a un ritmo cada vez mayor, atrapando ese calor y calentando el planeta. Aunque hay varios gases de efecto invernadero -algunos son más potentes que otros- el CO2 representa actualmente alrededor del 84% de todos los gases de efecto invernadero emitidos por las actividades humanas, lo que supone un total de unos 30.000 millones de toneladas al año. La mayor parte procede de la quema de combustibles fósiles para la electricidad y el transporte, aunque los procesos industriales y la silvicultura también contribuyen en gran medida.

Antes de la Revolución Industrial, los niveles de CO2 eran de unas 270 partes por millón (ppm). Los niveles de CO2 eran de unas 313 ppm en 1960. Llegaron a 400 ppm a principios de este año. Muchos científicos del clima afirman que los niveles deben ser reducidos a 350 ppm para evitar los efectos del cambio climático.

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El dióxido de carbono no sólo está afectando a la atmósfera, según la NASA. También ha hecho que los océanos sean un 30% más ácidos, afectando a una gran variedad de organismos marinos. También se espera que ese porcentaje aumente en los próximos años.

Es evidente que todo este carbono que hemos añadido a la atmósfera no desaparecerá de la noche a la mañana. Sus efectos serán destructivos y se sentirán durante mucho tiempo. Pero si comprendemos el impacto del CO2, es de esperar que podamos tomar medidas para reducir nuestras emisiones y, si tenemos mucha suerte, evitar los peores efectos del cambio climático que aún están por llegar.

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