El término “microplástico” fue elegido “palabra del año 2018” por la Fundéu. Se refiere a los diminutos fragmentos de plástico que se encuentran en los océanos. Éstos constituyen uno de los principales problemas ambientales del momento, amenazando sobre todo los ecosistemas marinos pero poniendo en riesgo también —y en consecuencia— la seguridad alimentaria de los humanos.
Para empezar, habría que hacer una distinción entre los microplásticos, también llamados microplásticos primarios, que se generan de manera accidental y los que se añaden a productos de forma deliberada. Los primeros surgen a raíz de la descomposición de los objetos de plástico, bolsas de plástico o fibras sintéticas, que en su día fueron desechados de manera inadecuada y que, como lo hace la mayoría de la basuraleza, acabaron contaminando el entorno marino. Una vez allí, la acción del agua, los microorganismos y la luz solar consiguen fragmentar el material hasta reducirlo a pequeñas partículas de apenas un milímetro de tamaño. Por otra parte, están los microplásticos que se encuentran —porque se añaden de manera intencional— en multitud de productos de cosmética, agrarios, de pintura, cremas exfoliantes, o pastas de dientes, entre otros.
Se estima que actualmente hay unas 4.000 millones de estos fragmentos de pequeño tamaño por cada kilómetro cuadrado de playas, corales y superficies. Esta información se extrae de los estudios de la Royal Society, la Universidad Estatal de Nueva York y la Universidad de Minnesota. Estos estudios determinaron que Estados Unidos era el país con mayor índice de contaminación de aguas (94%), seguido del Líbano (93,8%), India (82,4%) y Ecuador (79,2%).
Se trata de un problema bien peligroso porque no sólo afecta a los peces y otros animales marinos que consumen estos polímeros sino que inciden sobre el resto de la cadena trófica. Incluso también las personas que injieren habitualmente los productos del mar. Existe una elevadísima contaminación por microplásticos en los océanos.
La UE quiere prohibir la aplicación deliberada de microplásticos
Por ello la UE está dando pasos adelante en la prohibición de la aplicación deliberada de partículas de plástico y microplásticos en los cosméticos y demás productos que los contienen, según se ha anunciado a finales de enero. Bruselas argumenta que este problema, que es invisible, es ya seis veces mayor que la gigantesca isla de basura del Pacífico, ya que los microplásticos persisten en el medio ambiente frente a la biodegradación.
Cada año, hasta la fecha, se añaden deliberadamente entre 10.000 y 60.000 toneladas de microplásticos a este tipo de productos, según la Agencia Europea de Sustancias y Mezclas Químicas (con base en Helsinki). Desde el European Environmental Bureau (EEB)—una red de organizaciones y asociaciones ecologistas que actúan en el marco de la Unión Europea— apuntan que la medida forma parte de la estrategia de plásticos de la UE. Con esta medida, Europa se ha convertido en “continente pionero en la prohibición de muchos tipos de plásticos de un solo uso para 2021”.
La historia de los microplásticos
A juicio de la responsable de la política de productos químicos del EEB, Elise Vitali, el problema de los microplásticos “fue alimentado por empresas irresponsables, como las que elaboran productos de cuidado personal. Estas empresas decidieron cambiar ingredientes naturales como la almendra molida, la cáscara de coco y la semilla de aceituna por microesferas de plástico”. Otras alternativas al plástico son las microesferas hechas de perlas de jojoba, frutos de argán, sales naturales o harina de maíz, por ejemplo.
Pero el plástico es más barato que estas soluciones naturales exfoliantes, señala el vídeo explicativo “The Story of Microbeads”, en que se argumenta que, detrás de la historia de los microplásticos, hay también una intención mercantilista. Alegan que los efectos de los microplásticos son más sutiles que los que consiguen los exfoliantes naturales. Por eso los productos que contienen microplásticos se pueden emplear con más frecuencia, lo que consigue que el producto se agote antes y se termine comprando más. Por suerte, dicen, está habiendo un cambio y una toma de conciencia que ha llevado a cada vez más empresas a retirar los microplásticos de sus productos, y a las autoridades, como la UE, a legislar para abordar este asunto.