El verdadero costo de volar podría ser mucho peor de lo que pensábamos: dos tercios del impacto climático provienen de emisiones que no son CO2.
Junto a este gas de efecto invernadero, los motores de los aviones emiten otros elementos como óxidos de nitrógeno y dióxido de azufre, así como partículas como el hollín cuando se quema el combustible. Todos estos contribuyen a lo que se conoce como impactos climáticos distintos del CO2.
En altitudes elevadas, estas emisiones pueden afectar las propiedades físicas y químicas de la atmósfera, provocando un aumento de los gases de efecto invernadero y la formación de estelas (estelas de condensación). La consecuencia es una red. efecto de calentamiento en el clima que es mayor que la del CO2.
En 2020 se publicó un informe de la Comisión Europea que utilizó la ciencia más reciente disponible y encontró que el impacto no relacionado con el CO2 de aviación fue el doble que el impacto del CO2.
La ONG Transport & Environment (T&E) argumenta que estas posibles emisiones de calentamiento climático no están cubiertas por las leyes de aviación limpia más recientes de la UE. En general, esto significa que alrededor de dos tercios del impacto climático del sector podría no estar regulado.
“Al leer el paquete climático 2030 de la UE, publicado el año pasado, conocido como ‘Fit for 55’, es fácil ver que apenas se mencionan los efectos distintos del CO2 o las medidas políticas propuestas para abordarlos”, la ONG de movilidad limpia escribió en un informe reciente.
Las emisiones de CO2 son «solo la punta del iceberg» según T&E. Mientras reducir las emisiones de CO2 ha sido el foco de atención de la industria hasta ahora, un problema climático aún mayor ha estado “pasando desapercibido”.
¿Cómo podemos evitar que se liberen otros gases nocivos durante los vuelos?
Carlos López de la Osa, asesor técnico de aviación de T&E, explica que existen varias soluciones para monitorear y mitigar los impactos distintos del CO2.
Al determinar las rutas de vuelo, el consumo de combustible de una aeronave junto con la temperatura y la humedad ambientales podrían ayudar a evitar la formación de estelas. Es una “solución prometedora a corto plazo”, dice López de la Osa.
La composición del combustible para aviones también podría proporcionar una forma de evitar impactos distintos del CO2 en el clima. Para reducir el daño ambiental de la aviación, los expertos recomiendan que se reduzcan ciertos hidrocarburos en los combustibles para aviones, por ejemplo, aromáticos, naftalina y azufre (relacionados con la formación de hollín).
El eurodiputado irlandés Ciarán Cuffe ha sugerido ahora una enmienda a las regulaciones de la UE que vería un recorte progresivo en el contenido de aromáticos y azufre de los combustibles de aviación. Hay renuencia a hacer esto, ya que estos elementos son necesarios para garantizar que los aviones funcionen de manera óptima, lo que reduce la posibilidad de que se rompan los sellos, se produzcan fugas de combustible o las bombas dejen de ser confiables.
Combustibles de aviación sostenibles (SAF), cuyo uso aumentará con la propuesta ‘apto para 55’, por lo general no contienen compuestos aromáticos.
Esto los convierte en una opción más atractiva para reducir las emisiones de CO2 y no CO2.