Este sencillo truco no tóxico es un pequeño milagro… y ninguna hormiga resultó dañada al escribir esta historia.
Soy un completo cobarde cuando se trata de matar cosas: no como animales ni puedo aplastar bichos. Pero a menudo coexistir con criaturas que quieren colarse en mi casa es desconcertante. Y aunque vivo en la ciudad, la naturaleza tiene una forma de colarse en ella.
Un ejemplo: Cada primavera, una tropa de hormigas se las arregla para invadir el edificio al que llamo casa y hacer diligentemente sus cosas de hormigas. Se alinean en una cadena existencialmente hipnótica de insectos ondulantes y serpentean por la cocina y los baños, atendiendo asiduamente a su trabajo. Y vaya que están por todas partes.
Mi primer planteamiento fue ir por la vía preventiva. Si puedo bloquear todos los puntos de acceso, voilá. Cualquiera que haya intentado esto -que viva en un edificio grande y antiguo- sabe la locura de este plan. Las hormigas son diminutas. Y decididas. Encontrarán la forma de entrar.
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Motivación
A continuación, consideré la motivación. «¿Por qué estáis aquí?» pregunté y no me contestaron, lo que frustró mis esperanzas de ser el primer «susurrador de hormigas» del mundo. Pero entre el sentido común y el gran oráculo conocido como Google, determiné que la comida y el agua eran la clave. Mantengo una cocina ordenada, pero presto especial atención a las migajas y trozos que puedan suponer un pequeño festín para las pequeñas tropas. También tuve en cuenta el agua: El agua estancada, las zonas húmedas, las tuberías con fugas, las plantas de interior… todo bastante seco. (Menciono estas cosas porque si estás luchando contra una infestación de plagas, hay que tener en cuenta estas preocupaciones)
Elección de un repelente
¿Y qué hacer? Me niego a utilizar repelentes tóxicos: el uso de insecticidas me confunde, ¿por qué querría rociar productos químicos asesinos en mi casa? Sí, sólo sirven para matar plagas, y una dosis letal para una criatura que pesa una millonésima parte de lo que yo peso (es una cifra real, por cierto) puede parecer inocua, pero aun así. El veneno es el veneno, y teniendo en cuenta el reto al que se enfrentan nuestros queridos polinizadores a causa de los insecticidas, digo que no. Así que eché un vistazo a remedios naturales para la invasión de hormigas y vi una idea que me sonó: Utilizar canela molida.
Aunque prescribo patológicamente los remedios naturales, admito que a veces, ocasionalmente, algunos no funcionan. Pero saqué un tarro de canela y lo esparcí por los lugares más populares de las fiestas de las hormigas en la casa, y a las pocas horas ocurrió esto: No quedó ni una sola hormiga. Abandonaron el barco, se marcharon, se pusieron en camino, y con esa única aplicación de canela, no se encontró ni una sola hormiga más durante el resto de la temporada de hormigas. ¿Qué clase de magia negra es ésta? Pensando que se trataba de una casualidad, pre-cinamé la siguiente primavera, y no entró ni una hormiga. Además, la casa olía bien. Sigo convertida.
Método
Hay varias formas de hacerlo. Yo me limité a espolvorear, pero otros sugieren utilizar aceite esencial de canela -lo que sería más ordenado- o mojar un bastoncillo en canela molida y dibujar una línea nítida para crear una barrera que las hormigas no crucen.
Otros posibles repelentes
Parece que este sencillo truco se basa en la idea de interrumpir el rastro de feromonas del que dependen las hormigas para navegar. Y hay otros remedios naturales que pueden inducir el mismo resultado: los cítricos, el vinagre, la menta y los posos del café también tienen sus partidarios. Así que si la canela no es lo tuyo, prueba uno de los otros distractores de olores y, con suerte, despídete de compartir tu casa con una tropa de diminutas intrusas. ¡Prueba uno! Y haznos saber en los comentarios qué te funciona a ti.